Definiendo «Left Libertarianism» por Wally Conger.

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Traigo aquí un texto de Wally Conger, destacado militante y pensador agorista y una de las figuras importantes en la Alliance of Libertarian Left. Es una entrada de su interesante blog: «Out of step», de obligada consulta para quien guste de estos temas.

Una visión personal de como entiende él el concepto libertarian left, término que incluye a anarquistas individualistas, agoristas, mutualistas, voluntaristas e incluso socialistas voluntarios.

Cualquier error en la traducción es achacable a mi persona.

Sin más:

 

 

DEFINIENDO “LEFT LIBERTARIANISM”

 

La blogosfera ha producido algunas interesantes discusiones en los días pasados sobre qué es izquierda y que es derecha en el cosmos libertario.

BW Richardson, se pregunta, por ejemplo, si todos podemos ser ambidiestros. Qué es izquierda y qué es derecha parece cambiar con el tiempo, escribe. Quizá todos somos ambidiestros al final. El verdadero y eterno tema parece ser el individuo frente al estado. Voy a confiar en la persona cercana a mí en lugar de en la amorfa burocracia en todo momento. El post de Richardson es terrible y les recomiendo leerlo.

 

            Mientras tanto, Roderick T. Long, editor del Journal of Libertarian Studies, responde a la pregunta de por qué se define a si mismo como un Left Libertarian. Consultar directamente su post por la variedad de enlaces existentes:

            “En primer lugar, en muchas de las cuestiones sobre las que los libertarios mainstream se encuentran divididos, yo la termino en el lado izquierdo del asunto: anarquista, anti militarista, anti propiedad intelectual, contra el castigo y por consiguiente contra la pena de muerte, contra las grandes corporaciones, pro inmigración, pro aborto, pro secularización, pro derechos gays etc.

 

            Pero más allá de eso comparto muchas de las inquietudes culturales izquierdistas que no se ven en la actualidad como temas libertarios (aunque históricamente lo fueron) como una preocupación por el empobrecimiento de los trabajadores y la oposición a la supremacía del sexo masculino.

 

            Además, creo que la raza y el género son, en gran parte, construcciones sociales; reconozco la existencia de formas de opresión no estatales (aún cuando no defiendo el estatismo como solución); he tenido palabras amables para el multiculturalismo, el postmodernismo, la corrección política, el ambientalismo y la propiedad colectiva; y considero al libertarismo como firmemente enraizado en el igualitarismo.

 

            Sin embargo, para todos soy un Rothbardiano ortodoxo al 90% sobre la teoría de los derechos y la economía. (De hecho a veces me defino a mí mismo como un Rothbardiano de izquierdas, aunque no específicamente en el sentido de Konkin en esta expresión). Mientras que extraigo mucha inspiración de los autodenominados socialistas voluntarios  como Benjamin Tucker no estoy en absoluto atraído por las limitaciones tuckeritas sobre la propiedad privada de la tierra (dejando al margen a los georgistas); no busco la eliminación del trabajo asalariado (aunque me gustaría ver más cooperativas de trabajadores disponibles como una alternativa competitiva); no acepto los derechos de los animales (aunque creo que tenemos serias obligaciones morales con ellos); y no tengo paciencia con el relativismo filosófico y/o materialismo que a veces se encuentra en la izquierda académica”.

 

            En respuesta a Long, James Leroy Wilson añade algunos puntos a su percepción de la izquierda libertaria.

Si la lucha se define como la libertad frente a la igualdad yo siempre estaría a favor de la libertad y caería en la derecha por eso. Pero debatir eso es similar a debatir entre esclavitud contra jerarquía

 

            “La libertad y la igualdad están en el mismo lado, la izquierda. Ambas están en contra de la jerarquía jurídicamente protegida. Libertad frente a coacción, igualdad frente a jerarquía, de cualquier manera que se enuncie es la misma batalla. Una libertad igualitaria es la única forma verdadera de libertad, y la única forma deseable de igualdad”.

 

            Adoro toda esta discusión filosófica sobre etiquetas políticas. Realmente me encanta, pero mis razones para contarme entre los libertarios de izquierda son mucho más simples.

 

            Soy de izquierdas porque estoy de acuerdo con las definiciones de Karl Hess de izquierda y derecha, que amplió las definiciones de Murray Rothbard de los años 60.

 

            Soy de izquierdas porque creo que históricamente la izquierda se remontó primero a nuestros antepasados liberales clásicos lo que a menudo significa anti-stablishment y oposición.

 

            Soy de izquierdas porque todos mis ancestros políticos, incluyendo HL Mencken, Albert Jay Nock, John T. Flynn, Randolph Bourne, y George Orwell son todos hombres de izquierda.

 

            Y por último soy de izquierda porque George W. Bush, William F. Buckley, Jr., Charles Krauthammer, Rush Limbaugh, Robert Novak, y Sean Hannity (algunas de las prima donna del movimiento neocon. Nota del traductor.) son hombres de la derecha.

Brad Edmonds. Aboliendo el estado. Quinta entrega.

Esta quinta entrega de la saga está centrada en la persuasión tendente a reducir el impacto negativo que tienen las ideas antiestatistas en el común de la gente, gracias a siglos de propaganda y lavado de cerebros en iglesias estatales y escuelas públicas.Sirva como pequeño manual de actuación en la vida diaria, plagada de conversaciones con las personas de nuestro entorno y donde la posibilidad de ir mellando, golpe a golpe, la fe en el estado total es infinita y donde cada semilla de duda sembrada en la mente de los serviles es un potencial abolicionista en el futuro.

Sin más:

 

 

 Cómo persuadir a los demás de la necesidad de abolir el Estado

«Todos podemos ayudar mediante la práctica del arte de la persuasión de la gente con la que discrepamos. Por supuesto, cuando nos equivocamos en algo, también necesitamos reconocerlo –esto requiere imparcialidad emocional y habilidad de razonar, y desafortunadamente, depende también del conocimiento y de las habilidades comunicadoras de la otra persona. Pero incluso cuando los hechos y la lógica están de nuestra parte, aún hemos de permanecer alerta. Nunca es sencillo para alguien considerar una opinión opuesta, así que se necesitan gran habilidad para que cuaje en la otra persona. Tal habilidad puede ser convincente, así como lo fueron algunos tipos con mensajes repugnantes –Hitler, Jim Jones y otros son ejemplos de ello.

Tanto los hechos como la razón están de parte de la abolición del Estado, pero los estatalistas están demasiado atados al tópico y creen en demasiadas falacias, como la de que la Guerra Civil fue diferente que la Revolución Americana o que el Estado debería prohibir ciertos tipos de droga. Durante la discusión las palabras inundan la conversación, la gente se emociona y nadie puede llegar a la correcta persuasión.

Las reglas básicas: Utilice siempre la honestidad, la amabilidad, la generosidad e incluso el humor. Estas cosas parecen obvias, pero es fácil errar durante una discusión. Si alguien dice algo absurdo, está creando una oportunidad para que sea amable –“ésa es una opinión compartida por mucha gente” es una buena respuesta- mejor que un igual de amable pero deshonesto “ése es un buen punto”. Si alguien le insulta, una táctica válida que puede calmar las aguas es “Puede que sea o no sea verdad el hecho de que sea un pirado pero al menos no estoy hablando sobre si deberíamos o no bombardear Eslovenia”. Y si usted es más brillante que su oponente, es mejor no hacer esto muy perceptible. Ésta es la parte generosa; centrada en los datos y principios, y le hace a su oponente razonar sobre sus propias conclusiones. Hágale sentir inteligente. La mejor forma de guardar el interés por usted es haciéndose relacionar con un aumento del autoestima de su oponente.

A la gente le encanta hablar sobre si misma, así que háblele a su oponente de él. Cuando después le ofrezca soluciones liberales para temas que le impacten, puede adaptarlas a sus situaciones personales. De esta manera usted ha conseguido que le tenga cariño, le ha hecho pensar que es usted un gran conversador (porque tuvo una oportunidad para hablar sobre él); y le ha dado ideas que le parecen plausibles, llegando de esa manera a su mente.

¿Son estas tácticas taimadas o manipuladoras? Ciertamente lo son, así como otras tantas acciones que realizamos con otras personas durante el día. A veces nos damos cuenta de que lo estamos haciendo, otras no. La verdad es que la honestidad, la bondad, la generosidad y la templaza emocional sean manipuladoras o no, confeccionan el comportamiento moral apropiado en estos casos. Hacer que alguien se sienta mejor mientras le abres la mente a opciones que nunca había considerado, con las que nunca antes se había enfrentado, es algo positivo. La manipulación es algo malo cuando se lleva a cabo como táctica dañina y deshonesta o cuando uno tiene fines que entran en conflicto con el bienestar su oponente.

Es importante que persuada. Cuantas más personas enamoradas del Estado encuentre, mejor estaremos todos si cambian de posición: Así cómo Billy O’Reilly u otros bombarderos felices neocón racionalizan la matanza de niños en Irak o Afganistán; “Los individuos son en última instancia responsables de sus respectivos Estados.”

Nadie ha mostrado tanto la amabilidad de mostrar el caso de la abolición del Estado coactivo como Mary Ruwart. En su libro «Curando el mundo en una era de agresión», escrito hace diez años pero revisado con nuevos datos en 2003, la Dr. Ruwart nos provee de brillantes ejemplos de privatización, desde las carreteras hasta la medicina o la policía; y también específicos ejemplos de los errores del Gobierno de USA y sus crímenes, y por supuesto todo ello bien documentado. Más allá de esto, Ruwart hace un excelente trabajo explicando las razones básicas de por qué el Estado siempre yerra –el libro no es una mera tabla de triunfos privados y errores estatales. [La edición de 1993 se puede descargar libremente acá.]

Si usted ha leído a Rothbard, Hoppe, Benson, Mises y otros autores semejantes, no encontrará en Ruwart nada nuevo en el ámbito teórico; para los liberales ilustrados, el libro es más que nada útil por los datos y ejemplos, contándose por cientos. La parte más usada en mi caso es la bibliografía. El libro es brillante en su llamamiento a los izquierdistas y a aquellos nuevos en teoría liberal. Ruwart utiliza terminología similar a la compasión, y apela a los ungidos estatistas que pretenden encontrar la solución de la pobreza en la redistribución de ricos a pobres, que creen que un buen plan sanitario surge cuando el Estado se encarga de ello, y demás supercherías. Cuanto más izquierdista sea el lector, más directo y persuasivo será este libro.

Además, yendo aún más lejos, Ruwart culpa directamente al lector, aunque siempre con respeto, por utilizar la fuerza del Estado para repeler cualquier enfermedad social. Este recurso es utilizado en cada capítulo del libro, y cada uno de ellos recoge todos los compromisos del Estado. El libro está dirigido sobre todo a aquellos que necesitan convencimiento. Ruwart comparte aquella frase de Billy O’Reilly de que los individuos al final son los únicos responsables de su Estado. A diferencia de O’Reilly, Ruwart muestra por qué, nosotros, gente normal, tenemos las herramientas y la responsabilidad de terminar con el Estado. Incluso su libro contiene un capítulo sobre cómo comenzar en la labor.

En un cordial y comprensivo tono, Ruwart presenta al Estado y a todos aquellos que utilizan la violencia para solucionar los problemas sociales como los auténticos agresores. Es amable, generosa, no ataca a los lectores y no escribe en clave petulante. Este libro sería un excelente regalo para alguien que actualmente crea en el Estado.

¡Ahora, ve a persuadir a alguien!

Apéndice: Escribí recientemente en relación a las propuestas sobre cómo las carreteras privadas podrían funcionar, y en ese momento utilicé varias ideas que actualmente están en uso, pero he de decir que ciertamente el mercado generaría otras aún mejores que las imaginé. Los lectores comprobarán que no me equivoco. Primero, la mayoría de las carreteras privadas probablemente no cobrarían un peaje. Las calles en zonas de negocios serían mantenidas por los comerciantes de la zona, quienes tendrían un gran incentivo en mantener en perfectas condiciones las carreteras y dejar libre paso. Las zonas residenciales serían menos frecuentadas y los residentes tendrían un incentivo para cargar peajes. Segundo, en relación a la privacidad, mencioné que el mercado se encargaría de indicar si mediante un sistema de facturas la posición de un supuesto criminal es revelada. El mercado tiene actualmente una solución mejor, en forma de cheque digital, similar a una tarjeta prepago de larga distancia. Los propietarios de carreteras y los sistemas de gestión transaccional nunca sabrían quién es usted. La tecnología ya está en uso.»

 

Nota: Todos los artículos de la saga traducidos por Fernando Barrera López de Lacalle

Deja los Estados Unidos si puedes: Wendy Mc Elroy

 

Traigo aquí un artículo que me parece de lo más oportuno ya que llevo dándole vueltas a esta idea hace años.

La larga marcha de los Estados Unidos hacia la tiranía perfecta, que ya no podrá ser debido a la importancia de los medios y la opinión pública, algo brutal y primitivo a lo Stalin o la Alemania Nazi, sino que gracias a la tecnología, las leyes de excepción, las luchas contra la droga y el terrorismo irán dejando la libertad en algo meramente formal (usando terminología marxista) donde se sucederán elecciones periódicas y existirá una ficticia separación y control de poderes pero la realidad será un estado gigantesto y totalmente invasivo con el individuo y su manera de entender y encaminar su propia vida.

 

La autora es Wendy Mc Elroy, una feminista radicalmente individualista y libertaria americana, en contraste con el movimiento feminista apesebrado, borrego y sectario que gastamos por estos lares.

 

Es una traducción libre y apresurada  por lo que ruego disculpas por los errores que se pudieran haber cometido pero el sentido del texto se mantiene intacto.

Sin más:

 

DEJA LOS ESTADOS UNIDOS SI PUEDES.

 

Es tiempo para usted y su familia y la seguridad de sus riquezas salir de las fronteras de Estados Unidos. América se ha convertido en un estado policial que se mueve rápidamente hacia la vigilancia total y, a la manera típicamente americana, la sociedad resultante será, con seguridad la mejor y más grande tiranía del mundo.

 

Haga sus planes ahora, mientras aún existan oportunidades de poner su patrimonio fuera del alcance de la voracidad de las autoridades porque esa puerta de la oportunidad puede ser cerrada en su cara en un futuro cercano. No se trata simplemente de que el gobierno a todos los niveles esté hambriento del cash que detrae de los impuestos de propiedad y, por eso, robarán y confiscarán a mansalva. Son muchos los factores que apuntan hacia el aumento hacia el Estado Total, que destruirá vuestra libertad, vuestro futuro y las vidas de aquellos que resistan.

 

Leo alrededor de 12 fuentes de noticias diariamente, desde la extrema izquierda a la derecha religiosa; mes a mes hay un dramático incremento de reportajes sobre brutalidad policial, vigilancia gubernamental, medidas enérgicas, control de la vida cotidiana hasta extremos como con que aceite puede usted cocinar…Y parece haber muy poca oposición a la llegada del totalitarismo. Tal vez la avalancha de opresión es demasiado abrumadora y ha provocado una parálisis general; a veces, esa es mi reacción. Pero sobre todo, creo que la gente está centrada en la supervivencia financiera o en realidad aplaude el Estado Total. Incluso aquellos que piensan estar entre los que creen en la libertad se encuentran entre los que aplauden porque toman las justificaciones que se les ofrecen sobre la aniquilación de las libertades civiles. Por ejemplo, considerad sólo uno de los increíbles y más exitosos asaltos contra las garantías procesales y las libertades de todos nosotros; en el nombre de la defensa de mujeres y niños, la campaña contra los delincuentes sexuales ha creado una clase de “intocables” en la desclasada América—gente a la que el gobierno le dice donde vivir, como vivir, que sitios pueden visitar, etc. En nombre de nobles objetivos el gobierno ha borrado la idea de cumplir un tiempo de condena en la cárcel (que solía ser llamado pagar su deuda a la sociedad) y, en su lugar, creó la idea de sentencias indefinidas y penas perpetuas. Pero el establecimiento de este sistema de castas es sólo un aspecto del salvaje descenso hacia la tiranía.

 

La mayor de las preocupaciones es que todo esto ha ocurrido antes del colapso económico de los Estados Unidos, el cual creo que acaecerá en un futuro cercano. (El “timing” dependerá en cierta medida de cuando demasiados extranjeros poseedores de dólares se deshagan de ellos en América.) Espero una severa depresión que se desarrollará en los próximos años. Y nada, nada, nada estimula el crecimiento del estado tanto como gente asustada y hambrienta/sin hogar. Una población entera puede acudir a un líder tanto como un niño hacia un padre…y por la misma razón: para sentirse seguros.

 

Si a la depresión económica añadimos la convergencia de estado policial con una sociedad hipervigilada, entonces, honestamente no se que sucederá. Pero si se que usted no querrá estar ahí para averiguarlo. No se dejen engañar por aquellos que dicen “pero América tiene una fuerte tradición de libertad para que esto suceda.” Los alemanes anteriores al nazismo pensaban que su cultura era demasiado sofisticada para permitir el triunfo del barbarismo. Dejad (los Estados Unidos).

Va de libros

Dos nuevas adquisiciones para la biblioteca, via Amazon.

KEVIN CARSON: Studies in Mutualist Political Economy

SAM KONKIN: New Libertarian Manifesto and Agorist Class Theory

Agorismo: Anarquismo de mercado revolucionario

Traigo aquí, después de mucho tiempo sin publicar nada, este artículo publicado en la Anarchopedia por lo didáctico y lo clarificador sobre esta desconocida teoría pero que tanto da que hablar en los pequeños círculos libertarios.

Estamos en proceso de terminar con la traducción del «New Libertarian Manifesto» de Samuel Konkin para publicarlo en el blog Agorista colectivo que es la piedra angular sobre la que se construye este edificio.

Sin más.

 

 

 

El agorismo es una escuela anarquista basada en el concepto de «ágora», un espacio o red comercial autónoma, que promueve la propiedad privada y el comercio libre sin coacción ni fraude y que visualiza el emprendimiento empresarial como forma de acción directa.[1][2] Su enfoque emprendedor va desde la defensa de la propiedad e iniciativa privada hacia el respaldo del mercado negro (y gris) como método revolucionario y la promoción de los emprendedores como nueva clase social.

Su teoría sobre la revolución y la clase social evoluciona desde la teoría de la propiedad ancap,[3][4] promoviendo el surgimiento desde abajo de empresas privadas por medios netamente privados, con negocios independientes del orden político, y provee un marco teórico para una innovadora redistribución de la propiedad a través de una forma radical de mercado libre que busca eliminar el proletariado como clase, convirtiendo a los trabajadores en empresarios radicales.

Tabla de contenidos

 

1 Léxico

Léxico

Los agoristas son notorios por sus conceptos que intentan ser más acordes con un nuevo enfoque emprendedor[5] sobre temas económico-políticos, de allí conceptos propios como emprendetoriado, contraeconomía, ágora, entre otros.[6]

Ágora

Ejes del ágora económica:

  • Empresa privada y comercio libre
  • Negocios independientes e ilegales
  • Economía de grupos de emprendedores
  • Responsabilidad comercial personalizada

El concepto de ágora viene del griego «agora», que significa «espacio abierto», que era un lugar abierto para las reuniones y el comercio en las ciudades-Estado de la antigua Grecia. El sentido que da el agorismo de ágora es «espacio de mercado abierto» donde los proveedores ofrecen sus bienes y servicios y se ponen de acuerdo con los clientes. Según Robert LeFevre es un modelo de relaciones económicas donde las relaciones contractuales suplantan las relaciones de poder, en que casi cada uno es un autoempleado, existiendo redes de emprendedores relacionados entre ellos por el comercio, con negocios de responsabilidad personalizada.

Bajo las instituciones agóricas casi todo el mundo trabaja por cuenta propia. En lugar de la corporación existen grandes grupos de emprendedores relacionados por el comercio, no por la autoridad. Cada uno vende, no su tiempo, sino lo que su tiempo produce.

 
En el ágora los emprendedores interactúan entre sí por ser lo óptimo en el mercado, desarrollando una red comercial en la que venden su productividad, y donde sus instituciones son acuerdos. Se produce una combinación entre contratación individual y autoempleo, e incluso propiedad cooperativa voluntaria. El éxito en el ágora sólo surge por medios privados, ajenos a la política. El resultado, una economía popular de propietarios radicales.

Contraeconomía y revolución

El agorismo es anarquismo privatista con una estrategia revolucionaria de mercado. Su estrategia prima los medios económicos por lo que favorece las empresas independientes del poder político, incluyendo la contraeconomía. Ésta significa simplemente mover recursos y esfuerzos a actividades comerciales autónomas de mercado negro y gris no violento para mantenerse a uno mismo.[7] El mercado gris es el mercado voluntario de bienes legales y servicios prestados ilegalmente (en violación de los reglamentos o los impuestos), el mercado negro es el mercado voluntario de bienes y servicios ilegales. La contraeconomía es «la suma de toda la acción humana no-agresiva, que está prohibida por el Estado», para usar una definición de la literatura agorista. Esto es que viven libres.

Para el agorista hacer o defender negocios independientes del poder político incluye aquellos ilegales (o semiilegales) que no agredan ni estafen a nadie y generar ganancias de ello como estrategia para acabar con los monopolios privados y estatales. Argumentan que ser empresario ilegal es arriesgar y arriesgar es lo que hace un empresario y que si la economía regulada es legal, entonces la economía libre incluye la ilegal. Esta liberación puede darse a manera de una especie avanzada de economía informal, más creativa y especializada; que al liberar genere también rentabilidad.[8]

Empresas revolucionarias

Además, como el la red de mercado «negro» crece, el Estado pierde más y más de su financiación. También pierde mucho de su apoyo, ya que la gente se educa indirectamente a través del ejercicio de la libre mercado, y aún más personas se unirán. Llegado a un cierto tamaño, la demanda de otros tipos de servicios hace que las personas ofrezcan cosas como: como la contraeconomía no será sin conflicto, los servicios de arbitraje, a fin de resolver controversias de la manera más eficiente, seguros y servicios de protección, a fin de que los participantes de la red no arriesguen sus objetos de valor; mercado bursátil, para obtener capital de inversión, y así sucesivamente.[9]

El agorismo es anarquismo de mercado revolucionario.

En una sociedad anarquista de mercado, la función positiva del derecho y la seguridad será proporcionada por instituciones de mercado, no por instituciones políticas. Los agoristas reconocen, por tanto, que estas instituciones no se pueden desarrollar a través de la reforma política. En cambio, vendrán como resultado de los procesos de mercado.

Como el gobierno es el bandidaje, la revolución culmina en la supresión del gobierno por acción de los proveedores de mercado de seguridad y derecho. La demanda del mercado para los proveedores de servicios de este tipo es lo que dará lugar a su aparición. Desarrollo de la demanda que vendrá del crecimiento económico en el sector de la economía que rehuye expresamente la intervención del Estado (y, por tanto, no puede cambiar al Estado de su función de proveedor monopólico de seguridad y derecho). Ese sector de la economía es la contraeconomía, mercado negro y gris.

 
La contraeconomía todavía no es lo suficientemente grande o evidente para que la protección y justicia no-estatales pasen a ser una empresa muy rentable, debido a la economía de escala. El sistema de justicia no-estatal no se forma hasta que los ingresos de la contraeconomía crezcan lo suficiente para que tal servicio se pueda ofrecer en una escala lo suficientemente amplia para que pueda respaldarla. Es resumen si el gobierno y su ley coactiva es delincuencia, al ir contra la libertad y la propiedad de las personas, entonces la anarquía es derecho y seguridad voluntarias proporcionadas por empresas de seguridad y arbitraje surgidas desde abajo.

Emprendetoriado y clase social

El agorismo plantea a los emprendedores como clase social emergente, dándole el nombre de emprendetoriado, que en una economía y sociedad libre de autoritarismo debieran surgir ampliamente y suplantar tanto a la burguesía como al proletariado, clases producidas por lo que ellos denominan «capitalismo estatista». Esto porque en una economía libre proyecta una completa reestructuración de las relaciones comerciales ordinarias, por lo que es necesaria una redifinición del trabajo como búsqueda de innovación y ganancias.[10] El emprendetoriado incluiría la mayor parte de la economía y, al igual que la contraeconomía, surgiría de la iniciativa de emprendedores radicales.

Proyecciones posibles son la flexibilidad entre ser empleador y empleado y cambiar la dinámica a modo de contratantes independientes y ampliar el acceso al autoempleo y diversificar los negocios. El objetivo son asociaciones humanas donde las relaciones entre personas sean pactos e intercambios voluntarios, sustituyendo las relaciones político-institucionales de naturaleza coactiva por relaciones económico-comerciales de naturaleza voluntaria. Así una sociedad de economía agorista sería una de relaciones contractuales antes que una de relaciones de poder.

Algunas características de esta sociedad -libertaria en teoría y de libre mercado en la práctica, denominada agorista, del griego ágora, que significa «mercado abierto»- son rápidas innovaciones en la ciencia, la tecnología, las comunicaciones, el transporte, la producción y la distribución. Un logro complementario puede ser hecho para la rápida innovación y el desarrollo en las artes y las humanidades a la altura del mayor progreso material; también, por ejemplo, el progreso no material sería probable debido a la total libertad en todas las formas no violentas de la expresión artística y la cada vez más rápida y completa comunicación de la misma a voluntad de los receptores. La literatura libertaria que ensalza estos beneficios de la libertad ya es amplia y crece rápidamente.

 
Para los agoristas la lucha de clases es un hecho, pero que debe ser replanteado; es decir ésta existe pero entre las clases políticas y las clases productivas.[11] Las primeras son la élite y existen por el poder político, su influencia o favor, en cambio las productivas surgen netamente de la generación de valor económico sin influencia política, sean empleadores o empleados. Entre las empresas que son parte de la clase política están la banca especulativa, terratenientes, complejo industrial-militar y demás monopolios u oligopolios.

Tres tipos de capitalistas

La preferencia agorista por el término «mercado libre» no está limitada por las implicaciones del término capitalismo. Donde los anarcocapitalistas generalmente se refieren al libre mercado como capitalismo, los agoristas hacen la siguiente distinción en tres partes, según su legitimidad, entre el «capitalismo» surgido gracias al Estado y una economía voluntaria y legítima de propiedad privada y comercio libre.

emprendedor[12] o capitalista de aventura capitalista no estatista capitalista pro-estatista
(bueno) (neutral) (malo)
innovador, arriesgador, productor; la fuerza de un mercado libre dueños de capital, no necesariamente enterados ideológicamente; «relativamente autómatas no innovadores» «el mal principal en el reino político»

Consideran que liberales y marxistas suelen incluir a todos en un mismo grupo, deviniendo así las confusiones.[13] En este sentido los agoristas hacen diferencias entre tipos de propiedad privada según su origen, entre legítimas (por medios económicos) e ilegítimas (por medios políticos). Así los agoristas asocian su concepto de legitimidad-ilegitimidad de la propiedad al de los privilegios de las clases (pro)políticas, siendo libres de ignorar los títulos de propiedad fraudulentos de los capitalistas aliados del Estado.

Los anarcocapitalistas tienden a confundir al innovador (emprendedor) y al capitalista, tanto como los marxoides y los colectivistas crudos lo hacen [….] Es interesante que la victoria progresiva de economía austríaca, en particular en Europa, ha llevado […] a algunos nuevos izquierdistas, al menos, a tomar en serio nuestra reivindicación de que el capitalista y el emprendedor son clases muy diferentes que requieren análisis diferentes […] Los agoristas son rothbardianos estrictos, y yo diría en este caso, aún más rothbardianos que Rothbard, que todavía tenía algunas de las clásicas confusiones en su pensamiento.

 

 

Visión de la propiedad

Los agoristas son anarquistas privatistas puesto que promueven la propiedad privada, el comercio libre y las ganancias adquiridas sin coacción ni fraude. Consideran que los derechos de propiedad son derechos lógicos derivados de la soberanía personal. Los agoristas son privatistas ligeros en el sentido de que hacen diferencias entre tipos de propiedad privada según su origen, ya que en aquellas que consideran legítimas no tienen objeción alguna. En determinados casos consideran válida la propiedad colectiva, si los propietarios individuales consienten a ella por contrato o algún otro acuerdo voluntario mutuo. Son partidarios de la valoración subjetiva de los precios entre los tranzantes. Promueven y sostienen una reconciliación entre las obras de autores tan diferentes como Pierre-Joseph Proudhon y David Friedman en parte reconociendo diferencias terminológicas, la más evidente la palabra «propiedad».

Piensan que la propiedad privada sobre bienes naturales se puede extender más allá de la posesión bajo el criterio de apropiación original. La propiedad privada, particularmente en los suelos no continuaría infinitamente, sino que lo que se transforma o se usa con alguna capacidad de regular para evitar que sea considerado abandonado. Los agoristas consideran la propiedad intelectual ilegítima, tienden a oponerse a los copyrights y patentes como un monopolio ilegítimo tal como sostuvo Benjamin Tucker.

Al igual que el resto del anarquismo privatista, los agoristas sostienen que todo que aquello que sea útil y necesario puede convertirse en un servicio particular brindado por empresas privadas en un mercado libre sin restricciones monopólicas, lo cual a más de ser voluntario suponen lo hará de alcance popular y de calidad. Estos servicios particulares pueden ser educación, telecomunicaciones, transporte, justicia, seguridad, entre otros y sin límite, con fines lucrativos o no.

Capitalismo estatal-corporativo

Los agoristas ven en las empresas favorecidas por el gobierno un vínculo de la ilegitimidad del Estado con muchos de esos negocios. Creen que las restricciones estatales que limitan la responsabilidad en las empresas, por ejemplo las sociedades anónimas, corrompen esos negocios de tal manera que los gerentes actúan irresponsablemente con los activos de las empresas. Por ejemplo, si esos negocios pagan excesivamente a los ejecutivos y no pueden entonces resolver deudas contractuales, muchas leyes estatales protegen los salarios de aquellos que son responsables de la bancarrota. Los agoristas afirman que la responsabilidad no puede desaparecer o despersonalizarse simplemente por una ley gubernamental y así los negocios legítimos siempre tendrían administradores o dueños que serían responsables personalmente de cualquier acción ejecutada.

Las corporaciones son criaturas del Estado, creadas por él y que tienen dos privilegios que las protegen de las presiones del mercado. En primer lugar, las responsabilidad corporativa por daños a terceros está limitada automáticamente por decreto, y en segundo lugar, la responsabilidad se desplaza de las personas hacia una entidad ficticia. Cada una de las Cadre asume plena responsabilidad de sus actos, aunque la responsabilidad debe ser asegurada.

 
A través de nuestra economía estatal-capitalista, las relaciones económicas privadas han sido forzadas a un modelo autoritario y despersonalizante bastante similar a aquel del paradigma estatista reinante.[14] Empresas que patrocinan la guerra proveyendo a los ejércitos, compradores rebaño en los supermercados en largas líneas de espera para el derecho a comprar sus alimentos, los empleadores y propietarios son cada vez más intrusivos y controladores. Para los agoristas esto sucede en los negocios por las mismas razones que sucede en el gobierno: por el privilegio y la escasez de competencia.[15][16]

Acción política

El (o la) agorista se define como un promotor de la educación y la acción directa, con un enfoque especial en los emprendimientos y la contraeconomía. Los agoristas tienden a oponerse al sufragio y a la participación política puesto que no creen sean los medios más eficaces para expresar las preferencias de los ciudadanos.

Aunque muy similar al anarcocapitalismo, a diferencia del anarcocapitalismo (el agorismo) se opone a la propiedad intelectual. También está explícitamente en contra de la votación y las estrategias parlamentarias y comparten el deseo de la mayoría de los anarquistas individualistas de tener una economía en la que los trabajadores son también propietarios de la empresas en que trabajan.

 
Así, los agoristas presentan una vía emancipadora de anarquismo privatista, que piensan debe brindar soluciones de mercado a los ciudadanos comunes y a los diversos movimientos sociales. Respaldan las libertades personales tanto como las económicas. Ven el agorismo útil tanto para trabajadores como para empresarios.

Origen

Esta escuela anarquista es reciente, surge en el año 1980, del tratado de Samuel Konkin denominado Manifiesto neolibertario.[17] Contiene aportaciones teóricas anarquistas y un trasfondo cultural libertariano por lo que guarda diferencias con la posturas clásicas de ambos; está presente básicamente en los Estados Unidos. Ven en sus ideas una evolución y superación de las de Murray Rothbard calificánse los agoristas como rothbardianos de izquierda o neolibertarios.

Intentan reconciliar el anarcocapitalismo con el (neo)mutualismo[18] e incluso con el resto del socialismo libertario, como el anarcosindicalismo, hasta donde sea posible.[19]Entre los agoristas más conocidos se encuentran Samuel Konkin, Neil Schulman, Wally Conger, Brad Spangler, William Gillis, Per Bylund.

En la ficción

El escritor de ciencia ficción J. Neil Schulman, y editor de Konkin, promocionó las ideas agoristas en su novela Alongside Night de 1979, que recibió el premio Hall of Fame en 1989.[20]

Cuarta entrega de la serie sobre la abolición del Estado de Brad Edmonds.

Después de unas primeras entregas más centradas en aspectos generales éticos, vamos viendo como podría mejorar la vida en el día a día si eliminaramos al monstruo burocrático, criminal y torpe en el que ha devenido el estado del bienestar.

A pesar de controlar casi la mitad del P.I.B. su ineficiencia es manifiesta por la misma razón precisamente que señalaron Mises y Hayek en su formulación del teorema sobre la imposibilidad del socialismo:

La incapacidad de un órgano planificador central de hacerse con toda la información necesaria para asignar recursos y emprender acciones sin un sistema de precios libre de interferencias que son la mejor guía de las necesidades de los ciudadanos.

Cuanto más se avanza en intervencionismo más nos acercamos al colapso y la némesis totalitaria como podemos ver en el contraste entre el moribundo sistema europeo y el algo menos socialista (y por tanto algo más libre y dinámico) sistema americano.

Hemos ido pasando de una oposición basada en la ética del derecho natural a otra centrada en aspectos utilitarios, visiones que pueden y deben ser complementarias en la lucha por construir una teoría de la Libertad.

Sin más, os dejo con el maestro.

Abolir el Estado mejora las carreteras
(Abolishing Government Improves the Roads)

Mire en el reverso de su tarjeta bancaria o de débito. Mire también en la de crédito. Quienquiera que sea su banco, en el reverso de la tarjeta verá los logotipos de otras entidades – Cirrus, Plus, quizás otras. Cirrus es un sistema de gestión bancaria de Mastercard; Plus es de Visa; así hay muchas. Existe cooperación entre compañías, y los gerentes de redes son independientes. Por ejemplo, las tarjetas de débito de Visa tienen un logotipo de Cirrus en su reverso.

Esto significa que usted puede usar su tarjeta de débito obtenida en pequeño banco local con tres sucursales para obtener dinero en efectivo de un cajero a lo largo de todo el país. Sí, cada banco le carga uno o dos dólares de comisión. Deben hacerlo. Un solo cajero cuesta 100.000 dólares, cuesta dinero mantenerlo y administrarlo (empleados tienen que poner dinero en él, y retirarlo a diario), y les cuesta a los bancos propietarios alquilar Cirrus para que circule el dinero.

Más importante es lo que aprehendemos de las habilidades del mercado. Una de las objeciones a la privatización de las carreteras es que tendríamos que parar en un peaje en cada cruce. Un viaje de cinco minutos al supermercado requeriría, para mí, tres peajes, 75 centavos, y llegarían a convertirse en ocho minutos, si tenemos en cuenta dicha objeción. Pero esto no es así, y he aquí el porqué:

Nuestro tiempo está valorado en peniques. Cirrus y Pulse nos cargarían, conjeturando en exageración, tres o cuatro dólares por proveernos de cintas magnéticas codificadas para nuestros coches. Maquinas instaladas sobre las carreteras, o sensores bajo el pavimento, contabilizarían sus desplazamientos. La información se transmitiría a Cirrus y a Pulse, y de ellas a sus proveedores de carreteras. Podría contratar el servicio en bonos de tres o cuatro meses, dependiendo de los medios de su proveedor. Algunos propietarios de carreteras, en los bosques, seguirían teniendo garitos de peaje, lo cual funcionaría a las mil maravillas – menos tráfico y un ritmo de vida más sosegado hacen que no sea un problema de gran importancia. Uso peajes a veces en Atlanta, y el retraso sólo es de unos pocos segundos.

No piense que sus gastos saldrían disparados, recuerde que las empresas privadas, las cuales tienen que satisfacer a los consumidores para permanecer en el comercio, proveen todo a mejor calidad y menor precio que el Estado, sin la repugnante inyección moralista de forzar a la gente a pagar aquello que no desea utilizar. El precio que usted paga por la gasolina probablemente contiene 50 céntimos por galón de impuestos para sufragar la carretera y su mantenimiento. Esto significa que, actualmente, estoy pagando unos 25 o 35 dólares mensuales por el uso de las carreteras. Con su privatización, los costes con total seguridad bajarían considerablemente. Esto ocurre siempre que algo es movido de las manos estatales a las privadas.

Hay otros beneficios que seguirían a la privatización de las carreteras. Las carreteras privadas existentes actualmente tienen menos accidentes que las públicas, en parte probablemente porque están mejor mantenidas: Si los constructores de carreteras privadas permiten que permanezcan baches, ganan reputación de tener altos porcentajes de accidentes o realizan reparaciones durante las horas punta de tráfico, deben vérselas con las demandas y con la decantación de la gente por otras carreteras.

La contaminación de los automóviles y su control serían regulados gracias a la privatización de las carreteras. Si la polución aumenta, los individuos residentes cerca de las carreteras contaminantes demandarían al objetivo más obvio: El propietario de la carretera. Estos por consiguiente cobrarían más a aquellos coches que no hubieran pasado una correcta revisión. Las fábricas de automóviles instalarían controles de polución en los coches y anunciarían lo bien que funcionan, como actualmente hacen Toyota y Honda. Lo realizan, pero con las regulaciones de niveles de polución del Estado y diciéndonos que tipos de controladores y de que empresa usar. Sin la interferencia gubernamental los ingenieros serían libres para proveer diferentes tecnologías para reducir costes y mejorar la potencia ofreciendo a la vez motores menos contaminantes. Con el justificante de revisión codificado en su vehículo señalando edad, fabricante y modelo, habría una cláusula separada de polución en su declaración mensual. Los conductores de los nuevos Hondas tendrían un descuento mientras que los de coches antediluvianos pagarían mayores precios que el estándar de los peajes.

¿No es grandioso el mercado? Sólo soy una persona describiendo las previsibles soluciones del mercado; imagine lo eficiente que serían 280 millones de mentes trabajando al unísono.

La realidad continúa proveyendo aparentemente obstáculos en la mente de los estatistas: ¿Qué hay sobre las nuevas carreteras y su dominio legal? De nuevo el mercado viene al rescate. Primero, puesto que las carreteras existen, el comienzo no involucraría más que a los empresarios interesados. (¿A quién pagarían cuando compraran las carreteras? A los acreedores del Estado. Una vez que el Estado vende todas sus tierras, la deuda estará pagada completamente. Incluso de esta manera, los nuevos caminos están siendo construidos en todo momento por los promotores inmobiliarios que compran la tierra y la destinan a los nuevos usos. Ellos construyen nuevas carreteras en su propiedad.

La tierra a través de Estados es barata en algunos sitos y cara en otros. Las anchas rurales interestatales no serían un problema. (Habría alguna correlación entre los peajes y la calidad/congestión). Los precios serían más altos donde los propietarios de la autopista no tengan competencia, y más bajos donde la gente tuviera alternativas. Si los precios de los tramos de autopista suben excesivamente, la gente usará aviones, trenes y autobuses, y de esta forma los propietarios de las autopistas se verán forzados a bajar los precios. (Si piensas que viajas gratis por la autopista, piensa de nuevo; estás pagando por los impuestos de la gasolina uno o dos céntimos por milla actualmente).

Cualquiera que quisiese construir una nueva carretera interestatal tendría el gran obstáculo de comprar tierra que posiblemente abarque cientos de millas. Ampliar y ensanchar las carreteras existentes seria más viable. En Los Ángeles y otras ciudades grandes donde el tráfico está constantemente entorpecido, los dueños de las pistas tendrían, estarían incentivados, y tendrían los suficientes fondos monetarios para comprar la tierra adyacente a las carreteras para que se puedan ensanchar. Los dueños también tendrían motivo para mejorar los intercambios, tal como el Spaghetti Junction en Atlanta. Las pistas, en general, mejorarían. (Yo le entreviste a un ingeniero de pistas hace unos años y me dijo que el diseño circular en las entradas cambia de radio a propósito, lo cual se caracteriza por tener que constantemente mover el volante, para «mantener alerta al conductor». ¿Quien de nosotros tiene problemas concentrándose durante quince segundos?)

Si no hubiésemos tenido el forzoso gobierno de los últimos 200 años, ¿podría haber surgido el sistema interestatal? No sabemos ni nos interesa. Sin un sistema interestatal, podríamos estar seguros de que igualmente tendríamos el comercio y quizás hasta bastante más (cuando se construyeron los ferrocarriles, financiados en parte mediante subsidios estatales, bastante tierra entre las costas no fue apropiada y por lo tanto se mantuvo disponible para su uso. Hoy en día seguiría disponible si no fuera por el gobierno). Tenemos lo que tenemos. La única manera de mejorar es abolir el gobierno.

La ultima pregunta: ¿Qué hay del asunto de Cirrus, y el resto, sabiendo donde estemos? (Al dueño solamente le interesaría el kilometraje). Los proveedores de servicios garantizarían la privacidad, como lo hacen hoy. En las estaciones gasolineras, donde se usa la tarjeta de crédito, años atrás el número completo de la cuenta se solía imprimir en el recibo. En la gran mayoría, ya no se imprime porque los proveedores de tarjetas de crédito presionaron a los comerciantes a que modificaran sus maquinas. Es verdad, sin embargo, que los proveedores de tarjetas pueden revelar su ubicación a alguna policía privada o agente de compañía de seguro si es que se presenta una evidencia contundente de que usted ha cometido algún crimen; el mercado determinaría si es que las compañías de tarjetas llegarían a hacer eso. Hoy lo hacen. La diferencia es que podría enjuiciar mas fácilmente a la compañía de tarjeta de crédito así como a la agencia que investiga los crímenes que al Estado hoy en día. La mejor manera para mejorar nuestras circunstancias es la de abolir el Estado.

Tercera entrega de la saga sobre la abolición del Estado de Brad Edmonds

Ahora que está caliente el tema de la Estrategia Libertaria, seguimos con la serie de Brad Edmonds para aprovechar la inercia de la discusión pues los temas tratados son similares.

En el menú de Categorías tengo una titulada «El Estado será abolido. Brad Edmonds» donde se podrá acceder a toda la serie porque quiero que estén siempre accesibles para cualquiera que desee consultarlos y no queden sepultados bajo nuevas entradas.

Este es el tercer artículo de una serie de seis y en él se dan consejos prácticos para ir minando el poder del estado. Disfrutadlo.

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Cómo desmantelar el Estado
(
How to Abolish Government)

Los comentaristas libertarios suelen discutir sobre las razones por las cuales el Estado no funciona como debería funcionar. Con el Estado hay muchas cosas que van mal y tantos ejemplos para apuntalarlo, que es sencillo documentar sus errores. Cogemos algo de vehemencia, después, para sugerir soluciones. Gran parte de este anhelo está equivocado pues ya hemos mencionado la solución definitiva repetidamente: Privatizar todo, desde la educación hasta las carreteras. Además, los escritores incurrimos a menudo en la equivocación de suponer que los lectores conocen lo que estamos pensando. Es normalmente el caso de que identificar el problema sería también encontrar la solución, pero no todo el mundo está en la misma onda – la mayoría de la gente (nosotros los escritores incluidos) no se da cuenta de todas las soluciones que ya están disponibles. Por esa razón, en artículos recientes, he linkeado algunos vínculos con buenas bibliografías, y que se refieren a casos concretos; ejemplos de actuales éxitos privados.

Yendo a otra cosa, deduzco que el verdadero problema es cómo conseguir llegar hasta allí. Como ejecutar las soluciones que sugerimos en contra del Estado; cómo lograr finalmente su supresión.

Primero, las buenas noticias: Estoy convencido de que el Estado será abolido (las razones del porqué las dejo para otro artículo), aunque esto tomará algo de tiempo. Por ahora, aquí tenemos algunas labores para acelerar el proceso.

Lo más eficaz que puede hacer es educar a sus hijos en casa. Esto es fácil de decir, pero hacerlo es realmente un gran trabajo. Tiene que hacer planes para vivir de una renta, lo cual asume que hay dos padres en casa. Muchos piensan que el que se queda en casa educando a sus hijos (esperanzadamente la madre) está haciendo un sacrificio. Afortunadamente, esto no es verdad. Las sofisticadas revistas culturales de Nueva York traen últimamente artículos que señalan que las madres con estudios y carrera desean cada vez más estar en casa y muchas de ellas parecen estar tomando la decisión de hacerlo. Es más, la educación en casa es atractiva y compensatoria para ambos padres. Es simplemente más divertida que los vehículos que puede adquirir con la segunda renta (a la vez que paga a alguien con menos talento, motivación y habilidad con el dinero robado a su vecino para adoctrinar a su hijo).

Cuando educa en casa, consigue niños bien educados, amantes de la libertad, autosuficientes y equilibrados, que le harán estar orgulloso, que estarán preparados y dispuestos a cuidar de usted en la senectud. Además se harán cargo del las riendas del mundo (estando capacitados para asegurar que nadie asuma realmente tal control, como hoy las Naciones Unidas intentan). Usted cría adultos articulados, agudos, y hábiles para persuadir a otros de los beneficios de vivir sin el violento Estado.

La educación en casa necesitará una o tres generaciones para provocar un efecto profundo en la sociedad. Afortunadamente, este tipo de educación (homeschooling) ha ido ganando adeptos y popularidad desde la década de los 70, la primera generación educada en estos pilares. El centro de esta generación está ganando actualmente todos los certámenes de matemáticas, literatura y geografía.

Otra cosa que puede hacer, en segundo lugar y a la vez que la educación casera, es competir con el Estado en la provisión de seguridad. Organice su vecindario y contrate como grupo a una empresa de seguridad privada. Si usted es empresario, emprenda su propia firma de seguridad. Es un negocio lo suficientemente grande que algunos Estados lo regulan férreamente. Esto significa que ya hay actualmente un mercado, y muchos son los que saben como iniciar el negocio.(*) Según los opositores izquierdistas de la seguridad privada, actualmente hay más policía privada que pública en los Estados Unidos, y esta primera está creciendo rápidamente. Ahora sería un buen momento para comenzar. La seguridad no es el único área donde puede competir con el Estado, es solamente la más obvia. Carreteras, servicio de bomberos, una escuela privada libertaria… usted decide, usted es el empresario. Competir con el Estado sólo requiere audacia e ingenio, y ya hay muchos emprendedores activos.

Si comprometerse las próximas décadas y años de su vida le parece desalentador, puede hacerlo solamente a ratos. Persuada a quien tenga poder político. Por cuaquiera que sea la razón, a los políticos les impresiona que le manden cartas de verdad más que por cualquier otra cosa. Mande cartas a todos los que le dirijan para cualquier decisión a tomar. Pregúnteles que elección tomar, y déles unas pocas, cortas e inteligentes explicaciones explicándoles el porqué. Por supuesto, siempre ha de decirles que voten de la forma más efectiva para reducir el poder del Estado. Esto requiere a veces exhortarles a votar en la forma que usted no desea, por ejemplo a favor del juego, la prostitución o las drogas. Todo voto dirigido contra la acción del Estado será un voto que aumentará o preservará la libertad, la prosperidad económica, y (lo crean o no) la moralidad pública. Si esto no redunda en un Estado menos fuerte, entonces impélalos a agarrar el toro por los cuernos –invente su propio comando de reducción estatal. Por ejemplo, si su senador en Washington está decidiendo si poner sentencias de diez o veinte años para los traficantes de droga, dígale que necesita escribir en lugar de ello sobre el retorno del poder sobre legislación de droga a los correspondientes Estados federados. Después dígales a sus legisladores estatales que deleguen la función en los condados. Así sucesivamente.

Incluso si le desagrada la idea de participar con el Estado, recuerde que puede decirle a su gobernador que no ponga nuevos impuestos y le votará, lo cual es un paso correcto hacia nuestro objetivo. Él no tiene por qué enterarse de que le estás moviendo en esa dirección para suprimir su empleo, que no le votará, o que no vota a nadie. Sólo necesita creer que le votará la próxima vez. Dentro de 40 años será más fácil desmantelar un Estado con tasas impositivas del 10% de su renta y sin ayudas sociales que abolir un Estado omnipotente como el que tenemos actualmente.

Compre un arma. Asegúrese de que puede usarlas eficaz y cuidadosamente. El mejor entrenamiento para el propietario de un arma se encuentra en el manual de aquella. Cuantas más armas tenemos, más seguros estamos antes los criminales ordinarios, ante la invasión extranjera y ante nuestro propio gobierno. En el caso de que se lo pregunte, la propia información gubernamental muestra como las armas privadas y sus dueños son más inofensivos para los niños y el público en general que las piscinas o la policía estatal.

Adéntrese en organizaciones, o funde la suya. Bucee en la red y encontrará asociaciones libertarias cerca de usted. Hará contactos y encontrará información muy útil. Además, cuando reúne recursos con otros simpatizantes de sus ideas, la educación pública y la implicación llegan a ser más prácticas. Cuando gente enérgica y librepensadora aúna voluntariamente sus fuerzas, puede levantarse una roca más pesada que la que podría una única persona. Y sí, pueden encontrarse algunos anarco-capitalistas extremadamente bien informados en las excursiones del Partido Libertario.

Finalmente, trabaje duro para informarse. Esto hace mucho más eficaz la persuasión de los oponentes. Utilice las bibliografías en LewRockwell.com. Éstas incluyen comentarios para ayudarle a seleccionar los libros que más le interesen, y los comentarios de los lectores en Amazon.com –seleccionando los más valiosos, porque podría no terminarse un libro que hable por debajo de su nivel o por encima de sus capacidades de comprensión. Usted estará capacitado para separar los críticos brillantes de los necios.

Otras cosas que puede hacer dependen ya de su energía e imaginación. Comience su propia web antiestatista. Envíe los artículos de LewRockwell.com a todos sus conocidos. Compre vegetales en mercados libres (o allí donde pueda evitar pagar los impuestos), o plante los suyos. Compre los libros de sus hijos de segunda mano. Existe incluso un mercado de planes de estudios usados (de educación en casa, o homeschooling).

Dense cuenta de que ninguna de estas soluciones sugiere que el Estado pueda ser suprimido de la noche a la mañana. La Revolución Americana (ambas) necesitó años para completarse. La revolución que deseo no requiere charcos de sangre, requiere atraer a las mentes y corazones lejos del lado oscuro, de una vez por todas. Cualquier individuo puede necesitar años para deshacerse del adoctrinamiento estatal que recibió.

Cuando la gente está convencida, educada y habilitada, vendrá con más soluciones; el trabajo estará en curso. Los sociedad anarco-capitalista mundial (también conocida como voluntaria) no sólo es posible, pienso que es inevitable; muchos ya están haciendo lo que he estado mencionando arriba, plantando la semilla del autogobierno en la mente de muchos individuos. Trabaje un día por ello, y permanezca en sintonía.

(*) Que existan algunos significa que podrán ayudarle a emprender su propio negocio. Sabrán que incrementar la visibilidad de sus negocios sólo significa más negocio, incluso dándole la oportunidad de ser uno de sus competidores. Hace tiempo, en un centro comercial había dos tiendas de descuentos de zapatos. Una se quemó. El propietario de la otra le ayudó a reconstruirla, porque la presencia de las dos tiendas incrementaba la visibilidad de la zona de venta de zapatos en el centro comercial. La presencia de un competidor aumentaba las ventas para la tienda no quemada. Cerca de mi casa, tres restaurantes de comida rápida han abierto sin 100 metros de diferencia entre ellos en los últimos seis meses. Tendrá ayuda para iniciar su negocio.

Mini meme literario

Saltando de enlace en enlace he llegado a un blog en el que se proponía un meme literario.

No soy muy aficionado a estas cosas pero como era corto y, todo hay que decirlo, me picaba la curiosidad por ver el resultado me dispongo a hacerlo en estos momentos, en rigoroso directo. No conozco aún la frase que me deparará el dichoso jueguecito.

Las normas son no coger un libro para quedar bien sino el que tengamos más cerca y ver la frase que nos sale en la página 123 en la quinta frase.

Luego podemos tratar de ver si se nos puede aplicar o si le encontramos algún sentido.

Allá voy:

El libro: «La Soberanía del Individuo» de Pierre Lemieux.

La frase: «Dos teorías liberales y una doctrina muy parecida a ellas sirven de fundamento a estas proposiciones

En un capítulo titulado «Competencia y Funciones del estado mínimo».

Paso la pelota a Librepensamiento, Ramón Villaplana y Fonseca.

Quiero conocer sus reultados.

Segunda entrega de la serie de Brad Edmonds sobre la abolición del Estado

zerotolerance.jpgContinuamos con la segunda entrega de la serie de Brad Edmodns sobre la abolición del Estado. En la primera entrega, que era una especie de introducción se nos hablaba de «por qué» había que abolir el estado.

La respuesta era doble, por un lado se ponía el foco en la inmoralidad del mismo, encarnada en la necesidad de la fuerza y la coacción para hacer cumplir sus preceptos.

Por otro se señalaba la vertiente utilitarista del asunto y se nos pretendía hacer ver que unas relaciones basadas en la cooperación voluntaria y el beneficio mutuo en un mercado libre y sin restricciones de entrada redundan siempre en un contexto de mayor riqueza y bienestar.

Así se señalaba la preferencia por un sistema de Ley policéntrica aún en el supuesto de resultar menos productivo, pero si a una mejoría en los resultados sumamos la voluntariedad, la ausencia de coacción y una esencia más cercana a la inherente libertad del espíritu humano no nos queda más remedio que intentar transitar la senda marcada por estas dos proposiciones.

Sin más preámbulo os dejo con esta segunda entrega que trata de rebatir una de las principales objeciones que comunmente se hacen a este conjunto de ideas: a saber, que para llevarse a cabo debería ser en un mundo habitado poco menos que por ángeles dada la tendencia al crimen y el parasitismo del ser humano y el previsible caos que provocaría la ausencia de una autoridad centralizada detentadora del monopolio de la violencia.

POR QUÉ ABOLIR EL ESTADO NO RESULTARÁ EN CAOS
Why Abolishing Government Would Not Bring Chaos

 

He escrito recientemente acerca de que el Estado debe ser abolido. De entre las respuestas al artículo la mayoría fueron objeciones a la posibilidad de vivir sin el Estado. La mayoría de ellas similares entre sí: La violencia regirá la sociedad; las grandes empresas se volverán contra la pobre población, los Estados extranjeros invadirán los territorios libres; los vecinos opulentos saquearán a los indefensos y débiles; etc. Los libros a los que me referí en el artículo anterior responden a estas objeciones, pero ya que la mayor parte de nosotros (yo mismo incluido) no podrían comprar un libro en línea – y luego estar seguro leerlo – cada vez que navegamos por la red, plasmaré dichas objeciones aquí sucintamente, y daré links a los artículos de Internet en la medida de lo posible.

La tónica de estas objeciones hace aun más valiosa la refutación, como también lo hace el hecho de que de que parezca contraintuitiva la afirmación de que desmantelar el Estado traería más paz, seguridad y abundancia- tal como lo parece también que la forma de reducir la violencia por armas es permitir la libre tenencia de ellas.

Policía

Sin Estado, usted todavía debe vérselas con criminales locales. Muchos son los que piensan que es necesario un Estado para esta labor, y que incluso sin él la nación sería una selva violenta.

Mary Ruwart, en su libro, documenta con ejemplos de departamentos de policía privada en los USA. Estas agencias cargan sus honorarios de suscripción y proporcionan servicios de patrulla. En cualquier caso, la policía privada cuesta considerablemente menos que la estatal, produciendo reducciones significativas en los crímenes, debido a, entre otras cosas, patrullar más a menudo y comprobar las puertas y ventanas de las casas cuando sus propietarios se encuentran fuera. En otras palabras, los policías privados trabajan todo el día en vez de andar azuzando e intimidando conductores inocentes, tomando unos donuts en el bar o poniendo radares de velocidad. Ruwart relata que las administraciones locales han cerrado violentamente las agencias privadas y las han sustituido por policía estatal. Después de ello, el crimen y el coste han aumentado dramáticamente.

Hay agencias de seguridad privadas que proporcionan a lo largo de toda la nación seguridad a comunidades y ciudades, y son económicas y eficaces. ¿Por qué alguien abriría una empresa privada de seguridad? Por lo mismo que usted abriría una una consulta de dentista o una consultoría matrimonial: para dar un servicio valorado obteniendo un beneficio. Abolir la policía pública produciría empresarios que competirían con otros para hacer el mejor trabajo al coste más bajo logrando beneficios. De hecho ya tenemos a estos empresarios allá donde el Estado lo permite, y ellos han surgido porque la policía estatal es ineficaz mientras que los residentes están dispuestos a pagar por un buen servicio, tal como pagamos por la televisión por cable. Y lo más importante, una agencia privada de seguridad que dañase a los individuos y destruyese sus propiedades sería apeada del mercado por los consumidores, y los responsables de tales agravios serían demandados y encarcelados. En otras palabras, la agencia privada estaría contractualmente obligada a satisfacer a sus clientes. El mercado provee de incentivos a los negocios para que satisfagan lo mejor posible a sus clientes (la sociedad), y esto es aplicable a cada bien o servicio –carreteras, medicina, fontanería, ropa interior. Tal presión no puede ser aplicada a la policía del Estado.

Militares

¿En cuanto a los Estados foráneos que observan una próspera sociedad anarco-capitalista y deciden invadirla? ¿No necesitamos un ejército, pagado con impuestos, para defendernos de los agresores? Hans-Hermann Hoppe ha discutido esta cuestión minuciosamente: Ya, las empresas grandes de seguros poseen recursos financieros, el incentivo y las habilidades generales del negocio de asegurar (prever) la defensa nacional. Como clientes tendríamos la opción de pagar un poco más en el seguro del hogar y poder interponer una demanda en el caso de propiedad usurpada o daños personales resultantes de una invasión. Es bueno para las aseguradoras ofrecer servicios de defensa militar. Estas agencias pueden ser demandadas o apeadas fuera del negocio si proporcionan un mal servicio no manteniendo sus promesas o haciendo daño a la gente inocente al intentar cumplirlas.

Esto mejora: la profusa experiencia histórica muestra que los militares privados tienen incentivo para matar a menos enemigos y destruir la menor propiedad privada posible, quedando aun el incentivo para derrocar al enemigo. Todo esto está narrado y explicado detalladamente en el nuevo libro de Hoppe, El Mito de la Defensa Nacional, que habla de la defensa estatal, por supuesto, pero no se para ahí; hay numerosos ejemplos históricos de la superioridad de la defensa privada. Es más, las aseguradoras no tendrían nunca incentivos para iniciar una guerra -los aseguradores tendrían que pagar para ello de reservas, o aumentar los precios del cliente (mientras los clientes pueden cambiar de aseguradores); además los aseguradores tendrían que pagar la restitución y penas a cada víctima del daño colateral. Notablemente, si bien las aseguradoras actualmente ya son capaces de desarrollar un poder regional defensivo, la historia ha demostrado que tendrían una menor necesidad de preocupación por la invasión si muchos de nosotros estuvieramos armados en ausencia de las leyes y armas del Estado. (Probablemente las aseguradoras ofrecerían recompensas a los propietarios de armas por fomentar su uso.)

Una nota al margen: Como el pirado de Ross Peror sugirió al sobreactuar personalmente el ejército americano en Iran, los aseguradores ni siquiera tendrían que mantener sus propias fuerzas de defensa. Se desarrollaría un mercado de defensa de diferentes tipos y especialidades. Y, como en el caso de las agencias de protección en la actualidad (como el un 99,1% de las veces en las que un individuo respetuoso con la ley utiliza un arma para evitar un crimen), la empresas privadas de defensa raras veces tendrían que disparar.

Las grandes empresas

Sobre el abuso de los fuertes económicamente sobre los que no lo son, de nuevo la historia es nuestra guía. Como bien comenta Mary Ruwart, un connotado ejemplo es el de Petróleo Estándar [Standard Oil], habiendo sido considerado por muchos un monopolio más férreo que Microsoft. Petróleo Estándar llegó a ser un cuasi-monopolio bajando los precios –de 58 centavos el galón a ocho, por lo que pudo vender queroseno a los consumidores. Muy pronto, las demás petroleras mundiales se hicieron eco de la eficacia de Petróleo Estándar. Después Rockefeller recurrió a tácticas poco limpias para lograr el poder monopólico en Estados Unidos (el cual nunca tuvo, incluso en sus cimas Estándar tuvo competidores en constante reducción de costes y precios, sin embargo estuvieron normalmente siempre un paso por detrás). El único esfuerzo que tuvo algún efecto fue su activismo en lograr promulgación de leyes que contraerían la competencia. Por ahora la proporción de Microsoft en el mercado de sistemas operativos ha ido decreciendo constantemente en relación con Apple, Linux y otros, y estuvo decreciendo incluso antes del ataque antitrust del Estado.

De la seguridad pública contra las ávidas grandes empresas, Ruwart nos recuerda que antes de la FDA y sus requisitos aprobados, las revistas de mujeres rutinariamente lanzaban artículos comentando los efectos secundarios de las drogas en los mercados. Muchas agencias privadas de consumidores interesados existen actualmente, incluso el Estado está haciendo trabajo por nosotros. Puede suscribirse al Consumer Reports para informarse sobre la seguridad y fiabilidad de los productos. Los empresarios siempre surgen para tomar constancia de las necesidades sociales, y lo hacen siempre más rápido, más eficazmente y a un menor coste que el Estado. Los empresarios no disfrutan de la inmunidad soberana como los Estados, por eso son requeridos siempre por los clientes para que cumplan sus promesas, y los únicos que pueden optar por otro servicio son aquellos que van a ellos libremente, ofreciendo dinero.

Sin las licencias estatales, restricciones al comercio, regulaciones impuestas por el gobierno central y otros diques a los empresarios, habría más empresas para ofrecer servicios, no menos; y cualquier innovador que se acerque al monopolio disfrutaría de ganancias que atraerían la competencia. De esta manera, cualquier compañía que se acerque al poder y ganancias monopolistas en un mercado libre sembraría su propia caída. Ninguna empresa puede lograr el poder monopólico a menos que todo el mundo desee el producto de esa firma al precio ofrecido por ella. Ninguna potente corporación estará libre del constante y persistente control de los clientes y demás agencias.

Justicia

Seguiría habiendo crimen en una sociedad sin Estado, pero sería menos frecuente sin leyes de armas, como John Lott ha mostrado reuniendo datos de los últimos 100 años de USA. Habida cuenta de que siempre existe gente mala, necesitamos un sistema de tribunales. Bruce Benson (lee algunos textos en su web, y pulsa este link para comenzar uno de sus libros) ha escrito ostensiblemente sobre el tema de la justicia privada, mostrando ejemplos de la praxis actual para demostrar no solamente que estos sistemas son más baratos, más eficaces y de mayor disponibilidad que los que ofrece la justicia estatal, sino que también los incentivos para cometer crímenes decrecen con la policía y tribunales privados. Además, la reincidencia y violencia entre presidiarios se reduce bajo el sistema privado de prisiones. Los sistemas de prisiones privadas producen beneficios, la restitución a la víctima, y pueden producir ingresos, a veces sustanciales, para los convictos, sin el requerimiento de los impuestos. Nada de esto debería sorprender: Alguien cuyo porvenir depende de la satisfacción de sus clientes tiene un fuerte incentivo para hacer las cosas bien. Los empleos estatales obturan este incentivo. Los tribunales privados deberán, con el tiempo, impresionar a sus clientes –ganadores y perdedores- con su juego limpio y ecuanimidad.

Y como todo en una sociedad anarcocapitalista es voluntario, el criminal estaría posibilitado para elegir entre varias prisiones privadas (eligiendo la que mejor salubridad o condiciones de vida tenga, o aquella en la que pueda lograr sus máximos ingresos demostrando sus habilidades, de ese modo acortando su encarcelación) o simplemente ignorar la decisión del tribunal. ¿Qué ocurriría con un criminal que rehúse entrar en prisión o restituir el bien dañado a la víctima? Como Benson demuestra, históricamente aquellos criminales que han ignorado sus penas, han sido considerados por la sociedad como “fuera de la ley”. El seguro de la víctima debería confiscar coactivamente parte o toda la propiedad del criminal para pagar los costes del tribunal y la restitución de la víctima.

Las aseguradoras no harían esto a la ligera, dada la existencia de tribunales de apelación y a que las aseguradoras que confiscasen coercitivamente la propiedad del agresor, tendrían que responder por sus errores en el caso de que existan. Las siempre vigilantes agencias de consumidores, semejantes a las que ahora tenemos, publicarían los errores de las aseguradoras. En Estados Unidos, hoy en día mucha gente que tiene propiedades confiscadas por el Estado y que son después encontrados inocentes esperan años a la devolución de sus propiedades, frecuentemente dañadas; y a veces el Estado hasta les cobra el almacenamiento. Por el contrario, una aseguradora, tendría que hacer la completa restitución por el error, y pagaría con compensación o incluso castigo punitivo. Cuando alguna compañía de ese tipo enfrente presiones coercitivas de parte del cliente, podrán estar seguros que aquella presión será igualada por presiones del mercado para no usar la coacción. Las aseguradoras a diferencia de los partidos políticos tenderán a colaborar entre ellas fuera de los juzgados, primeramente. En una sociedad libre los negocios simplemente no tienen incentivos para recurrir a la agresión.

La suposición de que la gente es fundamentalmente buena

Las restantes son las objeciones a libertad de la “naturaleza humana” en aras del Estado. Una protesta común es que un mercado completamente libre requiere que la gente sea fundamentalmente buena. Esto no es correcto; por el contrario, lo que hace funcionar a un mercado es que los individuos actúan en propio interés. En todos los campos del esfuerzo fuera del Estado, los empresarios deben atraer y captar a sus clientes. Esto pueden hacerlo únicamente complaciéndoles, induciéndoles de que les compren siendo los consumidores totalmente libres para hacerlo a cualquiera. Los seres humanos ya están interesados, y quieren ser satisfechos. Por lo tanto, el mercado es un centinela 24 horas al día los 7 días de la semana con 280 pares de ojos y oídos. Cada uno de esos 280 millones de consumidores obtienen menos ingresos de los que quisieran y por consiguiente actuarán comprando de manera discriminatoria. Esto se aplica a los clientes de las agencias privadas de policía y aseguradoras que ofrecen cobertura ante los desastres naturales, invasiones extranjeras etc., justamente como ocurre con el cliente de zapatos. Todos se ven demandando productos y servicios a precios razonables –usted hace esto a diario- y todos tienen un más asequible y mejor recurso contra fraudes y poco éticas manufacturas cuando la justicia privada funciona.

Establecer todos estos sistemas privados es fácil: Los empresarios realizan todo el arriesgado y dificultoso desarrollo del negocio para usted, mientras se preocupa de vivir tomando las decisiones por el camino que consideres más adecuado. Así es como hace la crítica y decide qué firmas, empresas o soluciones son apeadas del mercado y cuales continúan en él.

Utopía

Entonces, ¿es el anarcocapitalismo utópico? Evidentemente no; mucho de lo atractivo de la ausencia de coerción estatal es como el mercado trata los conflictos que cualquier adulto reconoce como inevitables. El anarcocapitalismo es en este sentido igual que cualquier otro sistema político. Los sistemas políticos están dispuestos a tratar y solucionar los problemas. Bajo un mercado completamente libre, tiene 280 millones de mentes americanas trabajando para solventar los conflictos, votando voluntariamente con sus dólares por la mejor solución para cada uno de ellos bajo sus propias circunstancias. Bajo un Estado coercitivo, usted tiene un diminuto porcentaje intentando tratar los problemas para todos, y sin embargo todos son obligados a aceptar las soluciones del Estado a punta de pistola.

Muchos lectores habituales de LewRockwell.com conocen más acerca de mi obra; espero que los nuevos lectores de la teoría libertaria y los de otros ambientes que lean esté artículo busquen en los links arriba indicados y encuentren que hay una montaña de principios, aunando la historia pasada con la presente, que nos dicen que podemos hacer todo lo que hace el Estado, y mejor. Los individuos actuando libremente en sus propios intereses siguen demostrando esto, y lo hacen no gracias a la benevolencia del Estado, sino a pesar de él.

Debate abierto con los Anarco-socialistas

Respondiendo a cuestiones lanzadas por algún amigo anarco-socialista y emplazando a mi tocayo y colega en wordpress de librepensamiento me gustaría lanzarles el guante para conocer qué posibilidad de convivencia y colaboración ven desde su lado con el grupo de personas que abarcamos el espectro ideológico comprendido entre el Anarquismo individualista clásico y el Anarco-capitalismo, donde incluyo propuestas como el mutualismo y el agorismo, sin olvidarnos del liberalismo radical.

Desde este lado de la trinchera, es absolutamente básico e irrenunciable el carácter voluntario y libre de cualquier tipo de asociación o forma de convivencia, siendo el derecho de secesión individual la clave que permita la coexistencia de diversas formas de organización social.

Los comunistas podrían formar sus comunidades donde los medios de producción fueran de la colectividad y un consejo de sabios, vanguardia de la clase obrera o como quieran llamarlo decida qué y en qué medida producir.
Un mundo libre con diferentes maneras de organizarse y con abosoluta libertad de secesión.

Juntos podemos trabajar en la demolición del estado de cosas actual, en esta nueva «guerra de clases» en la que la clase opresora es formada por los que mandan y viven del estado y sus perros guardianes: políticos, funcionarios, policía, empresarios neo-mercantilistas y toda clase de parásitos que viven a costa de los demás, de la clase oprimida.

Pueden estar seguros los anarco-socialistas que en un hipotético escenario futuro como el descrito nadie iniciaría la fuerza contra ellos y no serían apuñalados por la espalda como cuando han trabajado junto a los leninistas. La Guerra Civil española, Ucrania, Kronstad y tantos otros escenarios están repletos de sangre anarquista derramada por el fascismo rojo.

Me gustaría ceder la palabra a los anarco-colectivistas para conocer su visión del asunto dejándoles antes con un interesante texto de Gene Callahan sobre el tema y agradeciendo su participación. El artículo ha sido publicado en español por liberalismo.org y traducido del inglés por Albert Esplugas

ANARQUISTAS DE MERCADO Y ANARCO-SOCIALISTAS: ¿PODEMOS CONVIVIR?

Todos los anarquistas comparten el rechazo del inicio de la agresión como una forma legítima de interacción social. La diferencia entre los anarquistas de mercado y los anarco-socialistas a menudo reside en lo que cada grupo entiende por agresión. Intentaré demostrar que, desde un punto de vista anarco-capitalista, hay dos clases distintas de anarco-socialistas: los “buenos”, que están dispuestos a vivir en paz con las comunidades anarco-capitalistas, y los “malos”, que no lo están. Reconozco que los anarco-socialistas de este segundo tipo pensarán que he asignado mis calificaciones de “bueno” y “malo” justamente al revés. Pero claro, yo soy uno de esos anarquistas de mercado con los que no pueden convivir, por tanto, ¿qué esperaban?

Debido a la importancia de mi distinción en relación con la pregunta “¿qué constituye, exactamente, una agresión?” empezaré intentando demostrar que un modo de concebir cualquier interacción humana es su relativa ubicación entre dos tipos ideales opuestos: persuasión y agresión. En este texto emplearé siempre la palabra “persuasión”, inalterada por ningún adjetivo, para referirme a la persuasión honesta. (Una versión anterior de esta dicotomía fue presentada en LewRockwell.com. Desde que apareció ese artículo, Jan Lester me convenció de que allí donde originalmente empleé el término “coerción” debería haber usado el de “agresión”. Puede verse su libro, Escape from Leviathan, para un razonamiento a este respecto).

Cuando ejerzo la persuasión, procuro convencerte de que tu situación será mejor, desde tu punto de vista, si interactuamos que si no lo hacemos. Por ejemplo, supongamos que tú y yo vivimos solos en nuestras propias islas, pudiendo atisbar cada uno exclusivamente la del otro. Además, imaginemos que ninguno de nosotros puede alcanzar la isla de enfrente porque las aguas que nos separan de ella están infestadas de tiburones. Podemos, cada cual, dedicarnos a nuestros asuntos sin que la existencia de la otra persona nos importune en absoluto. Sin embargo, sucede que un día nos encontramos cuando cada uno está en el saliente de su respectiva isla más cercano a la del otro. Mientras hablamos, te menciono que hay muchos cocoteros en mi islote, pero que estoy harto de comer cocos. Tú respondes que en tu isla hay numerosos árboles de mango, y que estás cansado de comer mangos. Después de discutirlo, convenimos en que cada día, sobre la misma hora, nos encontraremos en este mismo lugar. Yo traeré unos cuantos cocos y tú traerás unos cuantos mangos. Los intercambiaremos lanzándonoslos por encima del agua. Es obvio que ambos preferimos interactuar que no hacerlo, puesto que es de lo más sencillo para cualquiera de los dos abstenernos de interactuar en absoluto. Yo estoy dispuesto a dejarte en paz si no estás interesado en lo que te ofrezco, y viceversa.

En contraste, en los casos de agresión, yo te fuerzo a interactuar sin tu consentimiento. A menudo intentaré convencerte de que tengo el poder y la voluntad necesaria para hacer tu vida peor si rechazas interactuar conmigo en los términos que propongo. De nuevo, imaginemos que tú y yo nos encontramos en los respectivos salientes de nuestras islas. Pero ahora, cuando descubro que tienes mangos en tu isla, te exijo que me lances cinco por día. Si no lo haces, te advierto, te mataré la próxima vez que te vea atravesándote con una lanza, que te arrojaré desde mi isla. Ciertamente hay un elemento de persuasión en mi amenaza: debo convencerte de que realmente intentaré matarte, y de que tengo la habilidad suficiente para hacerlo. No obstante la diferencia de cómo interactuamos en nuestros dos ejemplos es inmensa. En el caso del intercambio mango-coco, yo estoy perfectamente dispuesto a dejarte en paz y permitir que te ocupes de tus asuntos como si jamás hubieras dado conmigo si mi argumento en favor del intercambio no consigue persuadirte. En el caso del mango o muere, yo estoy exigiendo que interactuemos, y si tú no lo haces en los términos que establezco, intentaré que tu situación sea significativamente peor de lo que sería si jamás nos hubiéramos encontrado. Mis esfuerzos persuasivos aquí no pretenden convencerte de que estarás mejor de lo que estás ahora si me das los mangos, sino más bien pretenden convencerte de que si no me das los mango, soy capaz de hacer que estés mucho peor de lo que estás ahora.

Puedo agredirte de tres maneras distintas: mediante el robo, mediante el fraude o mediante el uso o la amenaza de la fuerza contra ti. Puedo agredirte mediante el robo, por ejemplo, deslizándome en tu casa mientras estás durmiendo y quitándote tu comida. En lugar de persuadirte para que interactúes conmigo, intento ocultar el hecho de que interactuamos.

Te agredo fraudulentamente si de un modo deliberado miento cuando te estoy persuadiendo para que interactúes conmigo. Por ejemplo, en el escenario de la isla que hemos examinado, puedo proponerte que intercambiemos cocos y mangos. Sin embargo, en vez de lanzarte cocos enteros, recompongo la cáscara de los que ya me he comido su pulpa y bebido su jugo y te los lanzo. Si bien yo te he persuadido para intercambiar cocos por mangos, lo que realmente estamos intercambiando son cáscaras de cocos por mangos.

Finalmente, puedo agredirte empleando la violencia o la amenaza de violencia. Ya hemos visto un ejemplo de esta forma de agresión más arriba, donde yo amenazaba con matarte si tú no me proporcionabas mangos.

Yo creo que el enfoque adoptado aquí en relación con la persuasión y la agresión puede resultar útil para dirimir disputas acerca de qué tipos de acciones son inherentemente agresivas. Por ejemplo, los anarquistas socialistas a menudo sostienen que la propiedad de los bienes de capital y que el pago de un salario por el trabajo constituyen agresión.

Pero consideremos de nuevo las circunstancias de dos náufragos, tú y yo, en islas distintas. Imaginemos ahora que cada uno de nosotros ha elaborado una balsa y que coincidimos en el océano en algún punto entre los dos islotes. Allí descubro que durante tu estancia en la isla has construido un sistema de desalinización sirviéndote de tu propio trabajo y de materiales que has encontrado. En lugar de recolectar agua de lluvia y luego beberla, sin importar cuán rancia estuviera, tú puedes filtrar el agua del mar y tomarla fresca cuando te apetezca. Después de saber esto, yo te exijo que me facilites un galón de agua diario. Tú rehúsas, sugiriendo que si estoy dispuesto a ofrecerte un par de cocos entonces te complacerá cambiarme un galón de agua fresca por ellos.

En respuesta, yo te acuso de agredirme, por utilizar el “poder” que tienes como dueño de un bien de capital (tu sistema de desalinización) para “explotar” el trabajo que he destinado a la recolecta de cocos. Si la visión que he adoptado sobre la persuasión y la agresión es correcta, entonces dicha acusación es un absurdo. Tú estás dispuesto a marcharte y dejar que siga con mi vida como si nunca nos hubiéramos encontrado. Después de todo, si no hubiera sido por tu existencia no habría ningún sistema de desalinización en la isla. Tú no exiges que use la instalación que has construido, ni intentas obligarme a trabajar para que te provea de cocos. Tu única petición es que si queremos interactuar debemos hacerlo en unos términos en los que ambos estemos de acuerdo. Además, si yo acepto tu propuesta de intercambiar cocos por agua entonces es evidente que yo pienso que estaré mejor habiendo comerciado contigo que si no lo hubiera hecho. Al fin y al cabo, me dejas abierta la posibilidad de ignorar tu existencia. Si, no obstante, comercio contigo es que debo creer que mi situación mejorará como resultado.

Cuando la anterior línea de razonamiento fue expuesta en un foro anarco-socialista, un comentarista dijo que estaba ignorando las complejidades de las sociedades reales en mi artificial análisis crusoeniano. Sin embargo, si queremos llegar a la esencia de las relaciones sociales, no tenemos otra opción que reducirlas a su forma más simple, puesto que sólo entonces pueden apreciarse claramente sus rasgos fundamentales. En cada escenario real encontraremos una miríada de contingencias históricas. Sin derivar primero varios principios con respecto a la interacción social aislando mentalmente ejemplos “puros” de tipos ideales, nos hallaremos perdidos en el vasto océano de la historia sin brújula ni timón. Si queremos llegar a tierra algún día debemos tener en cuenta al consejo de Carl Menger:

“En lo que sigue he intentado reducir los fenómenos complejos de la actividad económica humana a los elementos más simples que puedan aún ser objeto de correcta observación… [y] investigar el modo en que los fenómenos más complejos se desarrollan a partir de sus elementos de acuerdo con principios definidos” (Principles of Economics).
De hecho, si algunos anarco-socialistas niegan la validez de este análisis fundamental, ¿sobre qué base pueden argüir que la acumulación de capital y el trabajo asalariado son siempre ejemplos de agresión? ¿No estarían obligados a examinar cada caso histórico individualmente?

Por supuesto podemos pensar en casos en los que la propiedad de bienes de capital y el uso de trabajo asalariado están decididamente relacionados con alguna agresión. Por ejemplo, podemos descubrir que las tradicionales áreas de caza de ciertas tribus indias fueron tomadas por la fuerza por algún industrialista, que entonces empieza a extraer de allí minerales. Los indios, privados de su habitual sustento y de su principal activo, pueden verse con pocas alternativas más allá de la de trabajar en esta mina. Claramente los indios han sido agraviados y el industrialista es un agresor (asumiendo que no es un inocente comprador del agresor original). Sin duda es cierto que muchos derechos de propiedad actuales están enturbiados por actos pretéritos de agresión. En la medida en que la culpabilidad del propietario actual fuera probada debidamente, la mayoría de anarquistas de mercado suscribirían la rectificación de estas situaciones.

Con todo, el ejemplo del sistema de desalinización demuestra que no hay nada de inherentemente agresivo en la propiedad de bienes de capital y el uso de trabajo asalariado. Si alguien quiere argüir que algún caso particular de algún capitalista empleando algunos trabajadores constituye un acto de agresión, entonces corresponde a esta persona probar qué actos de agresión concretamente han tenido lugar. No basta con exclamar “el trabajo asalariado es esclavitud”, y concluir entonces el alegato.

El anarco-socialismo bueno
Tomaré las opiniones de Keith Preston como representativas del “buen” anarco-socialismo. Recientemente, Preston sintetizó su visión de un mundo anarquista:

“Como muchos lectores sin duda saben, soy anarco-socialista. He hablado en otro lugar acerca de esta posición, luego no voy a expresarme aquí al respecto, excepto para decir que en general soy partidario de un orden económico compuesto de pequeñas empresas y trabajadores autónomos, cooperativas e industrias propiedad de los trabajadores y gestionadas por ellos, bancos de tipo proudhoniano y otras instituciones similares operando en el contexto de un libre mercado laissez-faire, sin Estado”.
El anarco-socialismo de Preston se basa en persuadir a otros de que es preferible vivir en el tipo de organismos sociales que enumera arriba que en las estructuras “capitalistas” más tradicionales. Preston está perfectamente dispuesto a dejar que aquellos a quienes no haya persuadido con su argumento funden compañías tradicionales y jerárquicas, que trabajen por salarios, alquilen pisos, y todo lo demás.

Es interesante destacar que la visión de Preston del anarco-socialismo trampea el problema del cálculo económico misiano, pues sus pequeños negocios, cooperativas, industrias propiedad de los trabajadores y el resto de entidades tratan unos con otros en el marco de un sistema de mercado en el que pueden formarse auténticos precios mercantiles. Por tanto, la gente aún podrá servirse del cálculo económico. Las organizaciones locales, socialistas de Preston ocupan el lugar de la firma en la teoría económica estándar, aunque éstas son firmas con inusuales (y para Preston preferibles) estructuras internas.

Otros socialistas anarquistas han intentado responder a la crítica de Mises del socialismo también a través de instituciones locales, reconociendo que en un grupo donde cada miembro puede comprender enteramente las actividades de la mayoría de los demás miembros, el cálculo económico no es necesario. Por esta razón, por ejemplo, una charcutería que emplea a cinco personas no necesita llevar a cabo ninguna contabilidad de costes por trabajador como si fueran divisiones separadas de la General Motors.

Lo que muchos anarco-socialistas no entienden es que si no permiten la formación de precios de mercado como resultado de la interacción entre estos pequeños grupos, el resultado será la extinción de la división global del trabajo, y, de hecho, de cualquier división del trabajo más extensa que la existe dentro de estos grupos mismos. “¡Genial!” pueden celebrar, “¿Quién necesita el comercio? Auto-suficiencia local es todo cuanto hace falta”. Sin embargo, sin la división global del trabajo, la Tierra podría sostener sólo una pequeña fracción de la población actual. Si el programa anarco-socialista implica que miles de millones de personas mueran para que las que sobrevivan puedan tener lo que ellas consideran una vida más grata, entonces que sean explícitos. (Para ser justo, algunos ecologistas radicales han sido explícitos al respecto: quieren que la población humana en la Tierra se reduzca hasta el nivel que tenía cuando los hombres eran cazadores y recolectores. No han reunido mucho apoyo popular para este programa.)

Finalmente quisiera mencionar que la visión de Preston de la anarquía incluye procedimientos democráticos en la única escala en la cual (siguiendo a Aristóteles) considero que resultan beneficiosos: el de la polis, o una agrupación de individuos que se conocen los unos a los otros e interactúan entre ellos en sus vidas cotidianas.

El anarco-socialismo malo

Los anarco-socialistas “malos” son aquellos que prohibirían “las actos capitalistas entre adultos que consienten”, parafraseando a Robert Nozick.

Imaginemos que, en un mundo anarco-socialista, un grupo de gente decide desplazarse a alguna región deshabitada – la Antártida, por ejemplo – y establecer allí una comunidad anarco-capitalista. (Dejaremos a un lado la cuestión del status protegido de la Antártida por parte de la ONU, e imaginaremos sólo que está vacía y no es propiedad de nadie, tal y como es en esencia). No coaccionarán a nadie que no quiera unirse a ellos voluntariamente, y aseguran que no impondrán ningún tipo de interacción a ninguna comunidad anarco-socialista que no quiera tratar con ellos. Es difícil imaginar una teoría coherente de la agresión que considere éste éxodo como un acto de agresión contra alguien.

¿Cómo responderán los anarco-socialistas? Si no permitieran dicha actividad, entonces es obvio para mí que no reniegan, de hecho, de la idea del Estado: simplemente desean un Estado que aplique normas distintas de las que hoy aplican los Estados existentes. Si permiten que el grupo funde una sociedad anarquista basada en los derechos de propiedad, entonces su visión del anarquismo, aunque quizás diferente en lo que respecta a cómo les gustaría que se estructurara su comunidad, no es en absoluto incompatible con la visión de los anarquistas de mercado, quienes virtualmente todos están dispuestos a permitir que existan comunidades socialistas dentro de “su” anarquía.

Algunos anarco-socialistas alegan que el comportamiento capitalista debe ser prohibido porque los capitalistas son inherentemente agresivos y en algún momento seguro que intentarán dominar y destruir las comunidades anarco-socialistas. Pero justificar el uso de la fuerza contra los colonos de la Antártica por este motivo es adoptar la perniciosa doctrina de la justicia del “ataque preventivo”. Como apuntó Walter Block, es coherente con dicha postura atacar de forma aleatoria a un conjunto de personas en la calle, puesto que es posible que estén planeando agredirte. Además, esta visión parece ignorar la tradicional y muy real oposición de los anarquistas de mercado a las prebendas corporativas, a los monopolios legales y a la agresión internacional.

¿Es posible describir un modelo de anarquía más amplio que comprenda la anarquía de los anarquistas de mercado y la de los anarco-socialistas? Yo creo que sí, e intentaré exponerlo que la siguiente y última sección de este artículo.

La anarquía como un mundo de ley policéntrica voluntariamente adoptada

Para evitar la hobbesiana “guerra de todos contra todos”, los humanos forman asociaciones civiles, grupos de personas unidas por el reconocimiento a la autoridad de un determinado conjunto de leyes que rigen a todos los individuos de este grupo. Los anarquistas que piensan que la cultura humana puede existir sin el imperio de la ley están fantaseando sobre un mundo donde uno “pueda hacer lo que le venga en gana y darte una patada si intentas detenerle”.

Sugiero que un marco factible que compatibilice la máxima libertad con la supervivencia de la civilización humana consiste en el reconocimiento del derecho de cada persona adulta a formar libremente asociaciones civiles con cualquier persona que lo desee, y el derecho de abandonar esta asociación a voluntad, en suma, el derecho a secesionarse. (Al menos para mí, está claro que es problemático el derecho de secesión como una vía para eludir el castigo por un crimen ya cometido. En otras palabras, no puedo matar a alguien y entonces decir, “Ah, por cierto, me secesiono”. Presumiblemente “la secesión para esquivar procesos criminales” estaría prohibida en la mayoría de asociaciones civiles en los términos del acuerdo para entrar a formar parte de éstas).

Más concretamente, y en agudo contraste con el escenario actual, un mundo de ley policéntrica libremente adoptado permitirá a la gente abandonar las asociaciones civiles sin necesidad de abandonar una localización geográfica concreta. A no ser que hayan convenido explícitamente en formar parte de una asociación civil particular en el contrato de compra de una propiedad (como a menudo la gente hace, por ejemplo, al adquirir un apartamento o una casa en una comunidad planificada), todos deben tener derecho a escindirse junto con su propiedad de su actual asociación civil y su autoridad. Habiendo hecho esto, una persona puede intentar adherirse a otra asociación civil, puede intentar persuadir a otros para crear una nueva, o puede permanecer fuera de cualquier asociación civil.

Nuestro marco permite incluso que aquellos que desdeñan toda restricción legal estén “fuera”: pueden emanciparse completamente de la vida civil y convertirse en un “fuera de la ley”. Aunque esta persona viviría sin la protección de ninguna ley, mientras no violentara a ningún miembro de las asociaciones civiles existentes, no hay ninguna razón para suponer que sería perseguido o molestado, excepto quizás por otros “fuera de la ley”, con los cuales tendría que lidiar él solo. De hecho, la habilidad para “hacer su propia ley” en su trato con los que considera que le han agraviado es probablemente el motivo principal de este “fuera de la ley” por el que ha dejado atrás toda asociación civil.

Puesto que los miembros de distintas asociaciones civiles aún interactuarán entre ellos en el mundo aquí concebido, la cuestión que surge es cómo los conflictos entre ellos pueden resolverse. A mi entender, las asociaciones civiles negociarán acuerdos con otras asociaciones civiles para arbitrar estas disputas. La adopción del derecho universal a la secesión no hace que la guerra entre asociaciones civiles sea imposible, pero la hace sensiblemente menos probable, ya que cualquier asociación que promueva una guerra que sea ligeramente impopular de inmediato deberá hacer frente a una ola de secesiones.

Algunas personas pueden criticar que lo que describo aquí no es anarquía en absoluto, y que soy un “estatista no declarado”. Bueno, pues vale. Me interesa poco el que uno decida que “no soy realmente anarquista”, “no soy realmente libertario” o cualquier otra etiqueta. Para mí es más importante intentar estar “realmente en lo cierto”. Por tanto, si mi propuesta se le antoja a alguien “no anarquista en realidad”, que corra y se lo diga a Santa Claus. Si le parece que “no estoy realmente en lo cierto”, entonces me interesa.

Guardo más simpatía por esta segunda crítica, pero pienso que mi posición es defendible. Bajo mis propuestas cualquier persona que no sea un “fuera de la ley” es gobernado, en cierto sentido, puesto que está sujeto al código legal de una asociación civil. Sin embargo, se ha sometido voluntariamente a este código legal, y puede renunciar a éste cuando lo desee. Nadie es gobernado como lo es hoy, donde en esencia son cautivos del Estado, subordinados inexorablemente a su arbitrio. Como dice Jan Lester:

“Tanto etimológicamente como en teoría política, anarquía significa “no gobierno” en el sentido de un control proactivo por parte del estado en cualquiera de sus formas (y debe contrastarse con las distintas formas de gobierno estatal – oligarquía, aristocracia, democracia, etc.- tal y como se definían, por ejemplo, en el Politics de Aristóteles). La anarquía no significa desgobierno, ausencia de ley ni ausencia de orden: esto es caos, no anarquía. Los anarco-libertarios están completamente a favor del orden y la ley anárquica, en lugar de las versiones estatales de estos conceptos, cuya ineficiencia nos acerca al caos en mayor o menor medida. Los estatistas se confunden a sí mismos si emplean el término “anarquía” para definir el caos o la ausencia de normas, ley y orden, y entonces creen que éstas son razones para desechar lo que los anarquistas libertarios defienden” (en correspondencia privada)
Es cierto que la mayoría de gente en la actualidad tiene al menos alguna posibilidad de abandonar el estado en el que vive. Pero debe dejar atrás a sus amigos, a sus familias, sus trabajos, su casa y quizás incluso su idioma. Se enfrenta además a las restricciones a la inmigración de otros estados. (Por supuesto las asociaciones civiles pueden fijar restricciones de acceso. Pero habiendo un número mucho mayor de estas asociaciones es probable que algunas acepten como miembro a todo aquél que deseen serlo). Y la posibilidad de elegir una forma de asociación civil en efecto distinta está siendo paulatinamente desterrada por el amanecer del nuevo sistema estatal mundial, donde los Estados Unidos y sus aliados occidentales están extendiendo por el mundo, mediante la fuerza militar, la presión económica, el cebo de la ayuda externa, los créditos y otros métodos, su modelo social-democrático de corporativismo estatal combinado con una dilatada gama de beneficios sociales y elevadas cargas fiscales.

En tanto el derecho universal a la secesión individual sea reconocido creo que es improbable que exista el Estado tal y como lo conocemos. Numerosas asociaciones civiles podrían tener rasgos de los estados actuales que varios anarquistas podemos condenar, como servicios sociales, regulaciones anti-droga, prisiones, leyes de servicio militar y demás. Pero si los miembros tienen siempre la oportunidad de abandonar la asociación, será mucho más difícil que surja un estado dedicado a la explotación sistemática de un segmento de su población para beneficio de otro segmento.

Obviamente mi propuesta no garantiza que no vaya emerger un estado. Pero no creo que sea razonable esperar garantías en la vida. La extendida convicción de que la trata de personas es inmoral no evita que algunos a veces capturen a otros individuos y los esclavicen. Pero uno debe admitir que esta práctica es algo menos frecuente hoy de lo que era en 1750. De igual modo, si un derecho de secesión individual es así reconocido, entonces parece probable que sea mucho más difícil organizar un Estado opresivo.

Paul Birch expresó sus dudas acerca de la idea que yo sugiero aquí en relación con la viabilidad de las asociaciones civiles geográficamente entremezcladas. En su opinión, “a no ser que las asociaciones civiles, de las cuales las personas son miembros voluntarios, sean territorialmente distintas y no demasiado pequeñas, la gente no podrá evitar estar sujeta a leyes que no han aceptado, porque las disputas comúnmente surgirán entre miembros de diferentes asociaciones, con diferentes leyes”.

Creo que derivar leyes para la interacción entre miembros de distintas asociaciones de la negociación entre estas asociaciones es una manera de contestar a dicha objeción. Como pequeña muestra de evidencia de que las asociaciones civiles no necesitan ser geográficamente contiguas, remito a un trabajo de ficción: la brillante novela de Neal Stephenson The Diamond Age. Si bien admito que un mundo ficcional apenas prueba la viabilidad de una idea política en comparación con un escenario político basado en tal idea, el hecho de que Stephenson pueda describir de forma verosímil y coherente un mundo de asociaciones civiles entremezcladas sugiere al menos que estos arreglos no son imposibles.

Una importante característica de mi argumento por la anarquía es que la posibilidad de que el mundo real se ajuste a esta visión depende casi exclusivamente de la extendida aceptación de que la pertenencia a una asociación civil debe ser voluntaria.

En primer lugar, mucha gente, si no la mayoría, ya se atiene hoy a esta idea, aunque de un modo superficial e incoherente. Podemos verla expresada en los llamamientos al “autogobierno” y a la “democracia”. En vez de intentar persuadir a la mayoría de gente para que adopte un sistema ético o político enteramente nuevo y distinto, sólo necesitamos que adviertan sus contradicciones internas: la mayoría de gente cree en el derecho al auto-gobierno, pero si no reconoce el derecho universal a la secesión de una asociación civil menoscaba aquel primer derecho. Identificar un conflicto en las creencias morales vigentes fue precisamente el método por el cual el movimiento abolicionista consiguió erradicar virtualmente la esclavitud humana.

Otra razón, estrechamente relacionada con la anterior, por la que creo que nuestro principio moral es importante es que la materialización de la anarquía tal y como aquí la hemos concebido no requiere una concordancia extendida acerca de cuáles deben ser las reglas específicas de una asociación civil. Por el contrario, el reconocimiento del derecho a la secesión individual acomoda pacíficamente el mayor número posible de opiniones divergentes con respecto a qué leyes particulares son justas, permitiendo que una multiplicidad de sistemas legales coexistan sin que haya un conflicto intrínseco entre ellos.

Además, el derecho a la secesión no somete a las personas a ninguna forma concreta de organización en lo tocante a la defensa y a la aplicación de la ley. Distintas asociaciones civiles podrían contratar agencias de protección privadas, como han propuesto Murray Rothbard o David Friedman, crear agencias de protección mutuas, como ha recomendado Paul Birch, establecer la clase de sistema de seguros propuesto por Bob Murphy, o servirse de alguna otra fórmula que hoy no podemos siquiera imaginar.

Creo que es obvio que los anarquistas de mercado y los anarco-socialistas que reconocen un derecho universal a formar, adherirse o abandonar asociaciones civiles pueden convivir. Algunos anarco-capitalistas y algunos anarco-socialistas pueden considerar extravagantes o injustas las leyes a las que los miembros del otro grupo eligen someterse. Sin embargo, en tanto la afiliación en una asociación civil sea voluntaria, y ningún grupo intente imponer su visión de la ley justa sobre otro, no hay razón alguna por la que no deban convivir en paz.

Desafortunadamente, en mi opinión, hay anarquistas de mercado y anarco-socialistas que parecen incapaces de aceptar que otros elijan vivir al amparo de unas leyes distintas de las que ellos consideran justas. Por ejemplo, hay muchos anarco-socialistas que no toleran que alguien pueda en algún lugar trabajar por un salario o estar acumulando capital.

Entre los anarco-capitalistas, percibo a veces una intolerancia similar con respecto a la reserva fraccionaria (RF). Comprendo la aversión que muchos anarquistas de mercado profesan por la RF y creo que tienen perfecto derecho a formar asociaciones civiles que no permitan su práctica. Sin embargo, un anarco-capitalista me dijo que la RF debe ser prohibida en todos sitios. Bien, si a lo que se refería es que esperaba convencer a todos de que ésta práctica es perjudicial y debe ser prohibida, entonces su visión es compatible con el mundo de ley policéntrica aquí descrito. Pero estaba claro para mí que quería decir más que eso: él pensaba que la RF debía ser forzosamente abolida allí donde existiera. Consideremos la implicación de este mandato.

Imaginemos dos asociaciones civiles, Rothbardville y Friedmantown, que están ubicadas la una junto a la otra. (Por supuesto en el sistema que he descrito los miembros de los dos grupos pueden estar geográficamente entremezclados, pero esto es irrelevante para nuestro ejemplo). La RF es prohibida en Rothbardville, pero practicada con entusiasmo en Friedmanton. En aras de la coherencia mi interlocutor debería apoyar la invasión de Friedmantown por parte de Rothbardville con el objeto de forzar a los friedmanitas el abandono de la RF. Sin embargo, mientras los friedmanitas no intenten pasar subrepticiamente billetes de la reserva fraccionaria a los rothbardianos, está claro que sería un acto de agresión de los rothbardianos atacarlos. Si un friedmanita cualquiera se quejara a un rothbardiano de que cree que sus derechos están siendo violados por no tener sus depósitos bancarios enteramente respaldados, la respuesta correcta de un rothbardiano es: “Estamos absolutamente de acuerdo. Por tanto, secesiónate de Friedmantown y conviértete en un ciudadano de Rothbardville.” No hay razón por la cual los dos grupos no puedan vivir en paz e incluso comerciar entre ellos, siempre y cuando los friedmanitas utilicen oro o billetes completamente respaldados por oro en sus transacciones con los rothbardianos. Los rothbardianos pueden juzgar extremadamente estúpida la indulgencia de los friedmanitas con respecto a la RF, del mismo modo que los anarco-socialistas pueden considerar estúpida la tolerancia de los rothbardianos y los friedmanitas hacia el trabajo asalariado. Pero la libertad conlleva el derecho a ser estúpido mientras uno no imponga su estupidez a los demás.

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