Definiendo «Left Libertarianism» por Wally Conger.

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Traigo aquí un texto de Wally Conger, destacado militante y pensador agorista y una de las figuras importantes en la Alliance of Libertarian Left. Es una entrada de su interesante blog: «Out of step», de obligada consulta para quien guste de estos temas.

Una visión personal de como entiende él el concepto libertarian left, término que incluye a anarquistas individualistas, agoristas, mutualistas, voluntaristas e incluso socialistas voluntarios.

Cualquier error en la traducción es achacable a mi persona.

Sin más:

 

 

DEFINIENDO “LEFT LIBERTARIANISM”

 

La blogosfera ha producido algunas interesantes discusiones en los días pasados sobre qué es izquierda y que es derecha en el cosmos libertario.

BW Richardson, se pregunta, por ejemplo, si todos podemos ser ambidiestros. Qué es izquierda y qué es derecha parece cambiar con el tiempo, escribe. Quizá todos somos ambidiestros al final. El verdadero y eterno tema parece ser el individuo frente al estado. Voy a confiar en la persona cercana a mí en lugar de en la amorfa burocracia en todo momento. El post de Richardson es terrible y les recomiendo leerlo.

 

            Mientras tanto, Roderick T. Long, editor del Journal of Libertarian Studies, responde a la pregunta de por qué se define a si mismo como un Left Libertarian. Consultar directamente su post por la variedad de enlaces existentes:

            “En primer lugar, en muchas de las cuestiones sobre las que los libertarios mainstream se encuentran divididos, yo la termino en el lado izquierdo del asunto: anarquista, anti militarista, anti propiedad intelectual, contra el castigo y por consiguiente contra la pena de muerte, contra las grandes corporaciones, pro inmigración, pro aborto, pro secularización, pro derechos gays etc.

 

            Pero más allá de eso comparto muchas de las inquietudes culturales izquierdistas que no se ven en la actualidad como temas libertarios (aunque históricamente lo fueron) como una preocupación por el empobrecimiento de los trabajadores y la oposición a la supremacía del sexo masculino.

 

            Además, creo que la raza y el género son, en gran parte, construcciones sociales; reconozco la existencia de formas de opresión no estatales (aún cuando no defiendo el estatismo como solución); he tenido palabras amables para el multiculturalismo, el postmodernismo, la corrección política, el ambientalismo y la propiedad colectiva; y considero al libertarismo como firmemente enraizado en el igualitarismo.

 

            Sin embargo, para todos soy un Rothbardiano ortodoxo al 90% sobre la teoría de los derechos y la economía. (De hecho a veces me defino a mí mismo como un Rothbardiano de izquierdas, aunque no específicamente en el sentido de Konkin en esta expresión). Mientras que extraigo mucha inspiración de los autodenominados socialistas voluntarios  como Benjamin Tucker no estoy en absoluto atraído por las limitaciones tuckeritas sobre la propiedad privada de la tierra (dejando al margen a los georgistas); no busco la eliminación del trabajo asalariado (aunque me gustaría ver más cooperativas de trabajadores disponibles como una alternativa competitiva); no acepto los derechos de los animales (aunque creo que tenemos serias obligaciones morales con ellos); y no tengo paciencia con el relativismo filosófico y/o materialismo que a veces se encuentra en la izquierda académica”.

 

            En respuesta a Long, James Leroy Wilson añade algunos puntos a su percepción de la izquierda libertaria.

Si la lucha se define como la libertad frente a la igualdad yo siempre estaría a favor de la libertad y caería en la derecha por eso. Pero debatir eso es similar a debatir entre esclavitud contra jerarquía

 

            “La libertad y la igualdad están en el mismo lado, la izquierda. Ambas están en contra de la jerarquía jurídicamente protegida. Libertad frente a coacción, igualdad frente a jerarquía, de cualquier manera que se enuncie es la misma batalla. Una libertad igualitaria es la única forma verdadera de libertad, y la única forma deseable de igualdad”.

 

            Adoro toda esta discusión filosófica sobre etiquetas políticas. Realmente me encanta, pero mis razones para contarme entre los libertarios de izquierda son mucho más simples.

 

            Soy de izquierdas porque estoy de acuerdo con las definiciones de Karl Hess de izquierda y derecha, que amplió las definiciones de Murray Rothbard de los años 60.

 

            Soy de izquierdas porque creo que históricamente la izquierda se remontó primero a nuestros antepasados liberales clásicos lo que a menudo significa anti-stablishment y oposición.

 

            Soy de izquierdas porque todos mis ancestros políticos, incluyendo HL Mencken, Albert Jay Nock, John T. Flynn, Randolph Bourne, y George Orwell son todos hombres de izquierda.

 

            Y por último soy de izquierda porque George W. Bush, William F. Buckley, Jr., Charles Krauthammer, Rush Limbaugh, Robert Novak, y Sean Hannity (algunas de las prima donna del movimiento neocon. Nota del traductor.) son hombres de la derecha.

Partido de la Libertad Individual

La creación de este nuevo partido ha suscitado un interesante debate en el que han participado desde liberales minarquistas hasta todo tipo de ocupantes del espacio conocido como «libertarian left«, es decir, una miríada de individuos que se mueven en el espectro anarco individualista, agorista, mutualista y similares y en el cual me incluyo.

También ha suscitado debate entre ciertos liberal conservadores de la órbita Red Liberal, pero ese es otro debate que no quiero emprender, temerosos de que un partido autodenominado liberal proponga cosas tan sensatas como que religión y política son ámbitos diferenciados y que no se puede, desde el liberalismo, intentar imponer al resto de la población una visión moral concreta.

 

Victor Koman resume la postura agorista sobre el tema en su polémico panfleto «Death to the Party» que consiste básicamente en que no es legítimo moralmente participar en política pues si realmente se desea disminuir o eliminar la coacción estatal, haciéndolo se está participando del sistema que se dice atacar.

Lo correcto sería practicar la Contraeconomía, todo tipo de intercambios voluntarios entre individuos, sean estos tolerados o prohibidos por el estado. Desde compraventas hasta el tráfico de drogas.

Guerra cultural, ideológica y pequeños sabotajes que vayan minando la capacidad del Leviathan para obtener alimento a la vez que se le deslegitima. Llevamos años clamando por un Gramsci libertario.

 

Víctor L. desde la imprescindible página mutualista en la que participa también está en contra . Todos sus argumentos son correctos, a mi entender, como la desmovilización y conformismo en la que caen los que participan en política y la apelación a la lucha cultural.

Propone la siguiente secuencia de actuación: 1) difusión cultural; 2) asociacionismo y economía social 3) agorismo y contra economía; y 4) huelga de contribuyentes, que considero otra vez muy acertada, culminando en esa fase de desobediencia explícita cuando la fruta estatal esté madura para caer del árbol.

 

Pues bien, compartiendo todos los argumentos en contra expuestos, he de decir que tras meditarlo mucho, luchar contra mi «yo sensato» que me instaba a no ensuciar mis manos en el lodazal de la política he tomado la decisión de pedir mi alta en el partido, por varias razones:

-El altavoz mediático que supone un partido, con posibilidad de convocar a la prensa o espacios electorales gratuítos entre otras cosas, que hacen que una idea pueda llegar a gente totalmente ajena a la blogosfera libertaria.

-La renuncia expresa que se hace en sus estatutos a aceptar financiación pública, donándose inmediatamente a la organización que se decida, el fruto del expolio. Además, de llegar a darse el hecho de obtener un cargo público el acto de renuncia será muy comentado si se maneja hábilmente y el ciudadano empezará a cuestionarse sobre la justicia de la financiación vía impuestos de partidos, sindicatos y confesiones varias.

-La posibilidad, meramente estadística, de que al darse a conocer un ideal basado en la libertad (aunque en este caso minarquista) a gran parte de la población surja interés por profundizar en el mismo en un cierto número de gente que ahora no existe.

-El hecho de que a pesar de compartir todas las objeciones, no es incompatible la práctica de la contraeconomía, la difusión cultural y la guerrilla ideológica con la idea del partido siempre que se tenga claro hacia donde se va y cuál es el objetivo último y nuestra actividad partidista no vaya en dirección contraria.

Mi actitud allí dentro será un poco, permítaseme el símil, como la de los batasunos con respecto a E.T.A., una ambigüedad calculada con respecto a los crímenes sin víctima. El sistema actual condena al traficante, al evasor fiscal, al que pretende la secesión pacífica de un territorio y nosotros, aún estando dentro del sistema no marcaremos distancias con ellos sino que se tratará de explicar al público por qué se condenan ciertas conductas aún no existiendo víctima real. NO A LOS CRÍMENES SIN VÍCTIMA, no son legítimas construcciones jurídicas como los llamados crímenes contra la sociedad.

 

Una vez dentro, trataré según los cauces correspondientes,  de luchar por modificar ciertas cosas que me chirrían sobremanera como esa apelación a la intervención militar humanitaria o para extender los ideales democráticos.

El liberalismo (no hablo ya de anarquismo) en el S.XIX era aislacionista en aventuras militares exteriores en gran parte (luego llegaron aberraciones como el liberalismo imperialista británico que contribuyó a demoler esa ideología al ceder terreno a los estatistas).

Como dijo Randolph Bourne, «La guerra es la salud del estado» puesto que todas esas medidas extraordinarias que se adoptan en tiempo de guerra difícilmente se revierten al acabar los conflictos, ampliando así el estado su poder de coerción masiva.

Las víctimas inocentes que se provocan no son asumibles, salvo si se ha caído demasiado profundamente en el dogma estatal.

Dejo como muestra de mi postura sobre el tema el «Who we are» de la imprescindible página libertaria Antiwar.com.

 

También me gustaría luchar por que la apelación que se hace a la privatización de lo público no se convierta en conferir favores a los plutócratas de siempre, manchados de origen sus negocios por los favores, protecciones y prebendas estatales. Sus propiedades no son legítimas.

En su caso, la idea sería que, dada la ilegalidad de la ocupación estatal, se devolviera a sus trabajadores la propiedad de la industria o servicio, dividiéndose en las entidades más pequeñas posibles con capacidad funcional.

En la línea de lo argumentado por Rothbard en «How and how not to Desocialize»

 

Tras estas pequeñas pinceladas de futura línea de actuación no me queda más que esperar no haberme equivocado con esta decisión, reversible en cualquier caso, y que la experiencia sirva de algo aunque lo veo complicado dado el panorama actual.